Política

Andalucía

El sondeo como cuenta y cuento

Dos electores escogen su papeleta en los comicios autonómicos del pasado 2 de diciembre / Foto: Efe
Dos electores escogen su papeleta en los comicios autonómicos del pasado 2 de diciembre / Foto: Efelarazon

La ciencia estadística es una lógica consecuencia de la política. Cuando a la administración le surge la necesidad de confiscar parte de los bienes de sus administrados, quienes por descontado deben ser registrados, nace la primera estadística, a la que los antiguos llamaron no sin cierto gusto poético «aritmética política». La práctica no es novedosa. En los Números, cuarto libro del Pentateuco, figuran censos de jefes de tribus, cabezas de ganado, hombres insurrectos o poblaciones, a quienes correspondía, naturalmente, un número determinado de libaciones.

Todo hombre de Estado tiene que saber contar más que con los dedos para alcanzar el grado de estadista. Y no hay estadista que no haya hiperventilado con una encuesta electoral. La prensa de los últimos días ha coincidido en una oleada de sondeos que ha explosionado como el éxtasis para después implosionar como la morfina.

«El CIS de Tezanos se moja menos que una salamanquesa», dice Pablo, estudiante de Sociología en la Universidad Pablo Olavide (UPO) de Sevilla. Esta semana, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, dirigido por José Félix Tezanos, ha publicado la edición poselectoral de los comicios andaluces del 2-D. Y, al igual que anteriormente, los resultados han evidenciado un anómalo parecido al mensaje que el Gobierno de Pedro Sánchez marca en su particular año de escaparate electoral.

Pablo, tercero de Sociología, se ha bajado del vagón del metro y camina a mediodía por el recinto de la vieja Universidad Laboral. En las afueras de Sevilla, con la visión del campo en cada punto cardinal, el valle del Guadalquivir se percibe en todo su esplendor. La tierra es ancha. Desde Jaén a Cádiz, desde Ayamonte a Pulpí, recita la encuesta del CIS, los andaluces prefieren al PSOE y la derecha, en su extensión trifásica, no llegaría a la mayoría suficiente en el Congreso. «El CIS ya no tiene cocina, dice Tezanos, pero no le falta el fogón».

Sociólogos y expertos demoscópicos suelen inclinarse por la cocina de la encuesta. Hay quien la ve imprescindible para que las cifras, frías y directas, tengan algún parecido con lo vivo. El doctor en Sociología Luis Navarro Ardoy, profesor de la UPO, es dado a advertir en todo sondeo dos claves: la ficha técnica y el modo de preguntar. No es lo mismo preguntar a 51 personas que a 10.000. Y que la muestra contenga un nivel de error despreciable o grueso como el culo de una botella. En cuanto a las preguntas, se antoja capital la indicación de la pregunta literal. «El diablo está en las preguntas; a preguntas malas, respuestas malas».

Este periódico trasladó para su lector esta semana los fríos números de los resultados a suculentas tartas. Y los resultados no difieren de los ofrecidos por la docena de encuestas florecidas en los últimos días al sol del anuncio electoral. El sondeo de NC Report, a diferencia del CIS andaluz, apunta a una holgada mayoría absoluta de PP, Cs y Vox, el acuerdo dos más uno de la Junta de Andalucía. «Si algo está claro es que el bipartidismo se ha ido para no volver», afirma Lola, estudiante de cuarto de Derecho, en el edificio de la antigua fábrica de pirotecnia de Sevilla. Y los datos vienen a darle la razón. «Las mayorías absolutas han desaparecido», añade, «como en Europa».

La elección del nuevo Parlamento Europeo llega tras sus preceptivos cinco años y lo hacen con las primeras encuestas electorales en un ojal de la levita. El PSOE y el PP, también en la Cámara de los Veintisiete, se bambolean en un empate técnico. El llamado superdomingo reúne además municipales y autonómicas. Para Lola, una apasionada del Derecho Administrativo, la clave estará en la participación. Y, para movilizar, los partidos no van a escatimar en sentimientos. «La política se ablanda y se pone sentimental. Va a ser una campaña electoral afectuosa, de sonrisas y lágrimas», adelanta esta jerezana de 23 años. La demoscopia es más arte que ciencia, por mucho que los sociólogos descrean del poder estimulante de las derivadas y las regresiones. La encuesta, al cabo, consiste en un juego de fantasías en el que el azar construye el objeto de estudio. Es como el sueño enciclopédico de Borges. El argentino, en un alarde de utopía positivista, parodió la ambigüedad de una antigua enciclopedia china que dividía los animales en «pertenecientes al Emperador», «embalsamados», «amaestrados», «fabulosos», «innumerables», «etcétera», «que acaban de romper un jarrón» y aquellos que «de lejos parecen moscas». Toda una oda al sondeo y a sus afanes de precisión.