Sevilla

«Estigmas» de Fabre

El CAAC de Sevilla muestra una retrospectiva dedicada a los 40años de creación del artista belga

Jan Fabre, ayer en el CAAC de Sevilla mostrando una de sus obras
Jan Fabre, ayer en el CAAC de Sevilla mostrando una de sus obraslarazon

El último escándalo del panorama artístico nacional llegó después de las 24 horas de «Monte Olimpo», que no es una carrera como la de Le Mans sino una obra inclasificable del artista belga Jan Fabre (Amberes, 1958). El público y buena parte de la crítica se llevaron las manos a la cabeza porque había escenas explícitas de sexo, erecciones y masturbaciones incluidas, así como partes protagonizadas por desnudos. Hay quienes se taparon los ojos, otros se metieron los dedos en la garganta para tratar de vomitar y una gran mayoría salió encantada con la sensación en el cuerpo de haber asistido a la catarsis que provoca asomarse al pozo de las 33 tragedias griegas. Cuando la obra se estrenó en España el lugar elegido fue el Teatro Central de Sevilla, donde no se dieron las escenas histéricas, puritanas y pacatas que se han vivido recientemente en la capital española.

De nuevo Fabre en Sevilla, en este caso en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), para mostrar en esta ocasión una exposición retrospectiva que reúne en una sola muestra el mundo multidisciplinar de este creador a lo largo de 40 años. Impacta, seduce, acongoja, causa repulsión, no quedan claras cuáles son las sensaciones que se sienten a los pocos minutos de pasar por cada una de las fases de «Estigmas. Acciones y performances 1976-2017», pero ahí encuentran cobijo muchas de las intenciones de esta muestra y de la trayectoria del creador belga: no dejar impasible a nadie. Un laberinto, bien entendido, por el que van apareciendo maquetas de estudio, dibujos, elementos de vestuario, fotografías, películas, grabaciones de video y material de archivo. Un corpus heterogéneo y disperso al que asomarse mediante seis recorridos, pero a la vez como una ampliación radical de una de las primeras instalaciones que llevó a cabo en 1978. Hablamos de «Objetos para domar y para combatir» que mostraba herramientas utilizadas en la performance sobre su mesa de trabajo. Una postura inquietante que constantemente lanza interrogantes al espectador. ¿Estamos ante la obra de arte? ¿Ante su proceso? ¿Ante nada? Desde luego, lo sí que se trata es de un mecanismo de investigación, de un cauce profundo sobre el que se ha basado toda su dramaturgia desde los años ochenta. En total, son casi 800 piezas que abundan en distintos ámbitos que otorgan una totalidad al universo Fabre.

La exposición se divide en seis recorridos que comparten elementos fuerza durante los siguientes apartados. En primer lugar se encuentra «El dinero y el mundo del arte», que incluye performances en las que Fabre reflexiona sobre la obra de arte como objeto de consumo a la par que dirige una mirada crítica frente a las leyes que marcan el mercado de la creación y la posición ambigua que ocupa el dinero en nuestra sociedad. Ahí están por ejemplo «Money performance», donde rompe, se come y quema el dinero que recibe de las entradas, lo que logra que el público asistente a la sala asalte el escenario. Le sigue «Bic Art», que se asoma a las acciones llevadas a cabo durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en las que le bolígrafo se convierte en un elemento clave para la narración de los grandes maestros. Postales hechas a mano que envió a todas las partes del mundo como crítica de la situación de precariedad en la que se encontraban los artistas. Una visita a una muestra sobre los estigmas y la autoflagelación se convirtió en la inspiración de un tipo de performances que aquí se presentan bajo el título de «Sangre». En «My body, my blood, my landsacape» el autor se produce cortes en el cuerpo con una cuchilla y utiliza su propio cuerpo como lienzo para dibujar su sangre.

Desde muy pequeño, Fabre se interesó por el mundo de las peleas, por los bajos fondos donde supo ver la belleza de la vida callejera. Su lenguaje, las peculiares maneras de comunicarse unos con otros. Robos, ventas de objetos sustraídos, allanamientos de viviendas en casas residenciales y manifiestos donde queda clara la lucha del más fuerte, la lealtad y la ley de la calle. La muestra concluye con «Homenajes», un apartado dedicado a volcar la mirada en los autores y pensadores que han marcado su inspiración a lo largo de su vida: Marcel Duchamp, Walter Marchetti, Dietmar Kamper o Peter Sloterdijk. La performance marca desde sus experiencias, tras superar dos estados de coma en su juventud, una constante, que nace desde el propio desconocimiento al que el autor se enfrenta, ya que al principio no sabía lo que éstas representan. Las experiencias «post mortem» le asomaron a una realidad que le asomaron a la vida callejera y a la vinculación que tienen los objetos con la realidad y su significación. «Doctor Fabre will cure you», película de Pierre Coulibeuf, se expone en otra sala como complementario a este universo. Un cuento de hadas moderno narrado por el propio Fabre que cambia de identidad y que representa a varios personajes variopintos bajo un concepto de repetición, metamorfosis y transposición del yo. Es decir, Jan Fabre en estado puro.