Sevilla
Juan Antonio Ruiz «Espartaco»: «Sin los malos momentos no hubiera tenido los buenos»

Estuvo en lo más alto del escalafón entre 1985 y 1991. Nadie hasta la fecha, en la historia del toreo, ha conseguido esa gesta y parece que con las circunstancias actuales es difícil que se pueda repetir en los próximos años. Juan Antonio Ruiz «Espartaco» (Sevilla, 1962) vuelve a la actualidad taurina debido a la publicación de un libro escrito por su apoderado, Rafael Moreno, en el que se cuenta su trayectoria profesional. «Juan Antonio Ruiz'Espartaco'. El largo y difícil camino del éxito», publicado por Egartorre Libros, se presenta mañana en Sevilla.
–Su biografía tendrá mucho que contar...
–Desde luego, porque el libro está hecho a través de muchos años de conversaciones, ya que el autor es mi apoderado, de manera que salen a la luz mis pensamientos de niño, mis ilusiones, los proyectos que tenía en la cabeza. También mi trayectoria profesional, cómo fue ocurriendo todo aquello, la manera en la que se perfecciona el toreo. Es una biografía mía, pero supongo que debe ser muy parecida a la de muchos toreros.
–Si aquel niño de Espartinas (Sevilla) leyera hoy el libro, ¿le sorprendería todo lo que le ha pasado en estos años?
–Por supuesto que sí. No se lo esperaba de ninguna manera, no esperaba nunca que llegara a donde llegó, aunque siempre albergó esa esperanza.
–Muy entrañables fueron los años en los que participó en la parte seria de los espectáculos cómico-taurinos.
–Así empezaron muchos que luego han sido figuras del toreo, pero tuve que hacerlo e irme a América porque aquí no tenía la edad suficiente. Hubo momentos muy bonitos pero también muy duros, porque realmente había que dejar a tu familia, irte a un país totalmente diferente, con gente desconocida, para poder empezar mi carrera profesional. Son más hermosos ahora escritos que entonces lo fueron vividos.
–Luego vivió una etapa radicalmente distinta, cuando durante años estuvo en la cima del toreo.
–La verdad es que nunca he sido mucho de ser el primero, de cifras, pero sí es verdad que me da mucha satisfacción ver que lo que he hecho no lo ha conseguido nadie todavía en la historia del toreo. Fueron siete años consecutivos siendo el primero y después de un año, durante otro más. En aquel momento, mientras lo llevas a cabo, no te das cuenta casi, ni le das tanta importancia. Ahora, con el paso de los años, parece imposible volverlo a hacer (risas). Ha habido toreros que hemos toreado mucho, pero lo verdaderamente difícil es ocupar el primer puesto, ya que se tienen que reunir una serie de condiciones extraordinarias.
–No tuvo que ser fácil, supongo.
–Mucha afición, respeto al público y al resto de compañeros. Se trata de un gran esfuerzo, que en realidad es más mental que físico, porque toda la responsabilidad cae sobre tí. Muchas veces toreas mucho, pero ocupar el primer puesto durante tanto tiempo es ser consciente de una tensión para las cosas buenas y las malas.
–Se dice que al final uno se queda con los buenos momentos. ¿Cuáles son los suyos? ¿Qué recuerda con más cariño?
–Sabe lo que pasa, que aunque me quede con lo buenos, los malos, cuando ya han pasado, también se convierten en buenos porque aprendes. Sin los malos momentos no hubiera tenido los buenos. En general, todo ha sido muy positivo, pero hay que tener lo negativo. Desde luego, siempre con todo lo positivo que me ha dado mi vida profesional, como haber conocido a mucha gente, amigos, compañeros y poder respetar al mundo del toro.
–Pese a ello, en la memoria tendrá alguna tarde que recuerde con especial cariño.
–La verdad es que la vez que salí por la Puerta del Príncipe con Curro Romero y «Paquirri» fue algo extraordinario. Era un sueño hecho realidad, no salía yo sólo, también mi padre, que me ayudó desde el comienzo.
–¿Hay sitio para las lesiones, que desgraciadamente fueron un gran lastre para su carrera?
–Desgraciadamente sí, hubo cornadas muy fuertes, pero la peor lesión fue una de rodilla que me retiró de los ruedos durante cuatro años.
–Pese a lo dura que fue su carrera, ¿lo volvería a hacer?
–(Risas) Hombre, yo creo que sí (risas), aunque a veces, cuando lo pienso ahora, me parece imposible volver a repetirlo y no sé si tendría fuerzas.