Sevilla
La asistencia social, la «sexta esmeralda» de la Macarena
La hermandad recibe más de 200.000 euros de la recaudación de la corrida celebrada el 12 de octubre
Detrás de los estrenos y de la espectacularidad de la cofradía en la Madrugada hay un colectivo que no sólo se ocupa de sus hermanos, sino de los musulmanes del barrio, los hijos de los presos o las víctimas de trata. La hermandad de la Macarena recibió ayer, por parte de la empresa Pagés y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, la racaudación del festival benéfico que se celebró el pasado 12 de octubre en la plaza de toros, un total de 200.354 euros que irán destinados a la asistencia social de la corporación. Recogió el cheque el hermano mayor de la cofradía, José Antonio Fernández Cabrero, de manos del teniente de hermano mayor de la Real Maestranza, Santiago León, y del gerente de la empresa Pagés, Ramón Valencia.
La cantidad, según Fernández Cabrero, es «el hito más importante en la asistencia de la hermandad». No en vano, supone casi la mitad del presupuesto que destina anualmente a estos fines. León aseguró que «el resultado no puede ser mejor», una iniciativa que «nos parece totalmente encomiable» porque va encaminada a «paliar en lo posible la realidad tan difícil que atraviesa la sociedad». También recordó que la colaboración de la Real Maestranza con la Macarena «ha sido permanente», celebrándose festejos a beneficio de la cofradía desde finales del siglo XIX. Valencia, de su lado, agradeció la participación de los toreros y ganaderías y confirmó que «en ningún otro festival taurino se han producido estos resultados económicos».
La asistencia social de la Macarena es, en palabras del hermano mayor, la «sexta esmeralda» de la dolorosa. En su pecho luce estas cinco emblemáticas joyas que le regaló el torero Joselito «El Gallo». Precisamente, el diestro de Gelves organizó una corrida a beneficio de la cofradía en 1914, que arrojó una recaudación de 5.624 pesetas, tal y como recordó Fernández Cabrero. Uno de los flancos fundamentales de la hermandad es, junto al culto y la formación, la caridad. De hecho, se configura como una gran ONG a tenor de la gran cantidad de programas que desarrolla, las personas atendidas y el presupuesto que dedica, que asciende a casi 400.000 euros. La labor asistencial está compuesta por un total de 22 áreas. Una de ellas se centra en los inmigrantes, un colectivo especialmente numeroso en el barrio y que presenta perfiles y necesidades diferentes. Sin distinguir religión ni raza, la corporación atiende sus demandas más urgentes. Casi la mitad de las asistencias corresponden a musulmanes. Un 30 por ciento son sudamericanos, fundamentalmente peruanos, bolivianos, paraguayos y ecuatorianos. El resto son personas de Europa del Este.
La cofradía también tiene becadas a nueve mujeres víctimas de trata, que han sido empleadas en prostíbulos por parte de las mafias. Un problema oculto que pocas organizaciones son capaces de abordar. Igualmente, desarrolla un programa para ayudar a los estudiantes a no abandonar su formación académica y otro para sostener a los hijos de los presos que están en una situación de emergencia social. En cuanto a la alimentación, la «despensa macarena» –que se ha puesto en marcha recientemente– atiende a casi 300 familias. La hermandad también cuenta con un área de salud y sigue manteniendo viva la iniciativa «macarenos veteranos», que nació en 2007. En este caso, la juventud se ocupa de trasladar a los hermanos ancianos a la basílica para que participen en los cultos más destacados, junto a la celebración de convivencias y otras reuniones. También mantienen un contacto directo en las residencias de ancianos y centros hospitalarios. Los datos dan buena muestra de la ingente actividad que desarrolla la corporación en este ámbito: un total de 1.798 expedientes atendidos en el último ejercicio.
Fernández Cabrero fue durante cuatro años consiliario de asistencia social y no entiende su hermandad, «ni ninguna otra, si no es fraterna, caritativa y social». ¿Estamos saliendo de la crisis? «Las macroempresas sí, pero luego va uno a los barrios y a las afueras y percibe claramente que no es así».
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