Andalucía
Lejos de Massachusetts
Juanma Moreno no necesita esa literatura para ver las cosas con una forma distinta de la que son. Con naturalidad, se ve todo de otra manera»
Juanma Moreno no necesita esa literatura para ver las cosas con una forma distinta de la que son. Con naturalidad, se ve todo de otra manera»
A vista de mapa, Nantucket parece la punta de un arpón, el filo cortante que entra en la piel de la ballena. La isla se distingue solitaria de las costas de Cap Cod, que tiene forma de cola de cetáceo en el momento anterior de golpear la superficie del mar. Ambas visiones no se escriben gratuitamente, porque ni una ni otra son ni un arpón ni la cola de nada. Pura geografía sobre el Atlántico norte, que se convierte en maneras caprichosas gracias a Herman Mellville, que colocó estos parajes balleneros en el corazón de «Moby Dick». Sin literatura no hay vida, es necesario encontrar un relato que sostenga la realidad para hacerla más tragable, más factible al paladar humano, que siempre necesita de ficciones. Seguimos bailando en la cueva y por la noche nos sentamos frente a la hoguera para que nos cuenten una historia. Si esta habla de un político joven que triunfa con un nuevo talante frente a un Goliat imbatible tenemos la narración perfecta, pero aquí todo es más mundano.
El viaje a la costa de Massachusetts con Juan Manuel Moreno Bonilla recién estrenado en el cargo viene después de varios días de comparaciones con el presidente Kennedy. Se escucha el apellido irlandés en el Parlamento andaluz junto a Machado, Lorca y otros prohombres del pasado siglo XX, y luego aparece una foto en mangas de camisa junto a su esposa. Con eso, algunos ven en JMB a JFK. Nada que ver. JMB no viene del dinero viejo americano de JFK, ni del mundo blanco católico de la Costa Este, ese lugar idílico donde JFK se dejaba fotografiar en una sonriente atmósfera de bienestar y confort. En JMB no existen las costas de Cap Cod ni las travesías en veleros hacia Nantucket, no le hacen falta, no necesita esa literatura para ver las cosas con una forma distinta de la que son. Con naturalidad, se ve todo de otra manera.
El desalojo
Cuando Manuel Chaves apareció comenzaron los murmullos por lo bajo. «Tiene tomate la cosa, tiene tomate», repetía la voz femenina con claro disgusto al ver al ex presidente andaluz que ahora se sienta en el banquillo de los acusados. Mala cara, rostro serio, Chaves se presentó para asistir en primera fila junto a José Rodríguez de la Borbolla a la última escena del derrumbe del régimen socialista en Andalucía. Era evidente el malestar, las caras de velatorio, la mala hora en la que llega el desalojo que para muchos supone entrar en la vida ordinaria sin ser nadie, despertarse en día laborable con traje de domingo. Detrás de Chaves, por lo bajini, Javier Arenas se reía gozoso al ver en Moreno Bonilla todo lo que no pudo lograr él ni aun ganado las elecciones. La venganza se sirve fría, en este caso, casi congelada. Cuando sonó el himno nacional y se escuchó el «Viva el Rey», lo que quedaba de aquel socialismo transformador se esfumó. Era el fin de fiesta inesperado a un proceso que arrancó a finales del verano pasado cuando comenzaron a verse los globos sonda que anunciaban las elecciones para noviembre. Muchos de los que se dejaron las manos rojas aplaudiendo se jactaban de conocer ya al sustituto después de la futura derrota. «Casado se lo va a cargar cuando pierda». Lo que son las cosas, la chamba aritmética se produjo, llegó el desastre para el PSOE y este fin de semana en Madrid todo el mundo habla de Juanma. La vida.
La resaca de la llegada al poder del PP se presentará a la vuelta de la esquina, mañana mismo, cuando haya que ponerse en el despacho para enfrentarse con los problemas de más de ocho millones de habitantes. Se acabaron los discursos, las fotos y los abrazos. Quedará entonces la soledad del poder y el ruido de la piedra de afilar cuchillos. La oposición puede traducirse en una travesía en el desierto, pero el mando te coloca en primera línea, sin protección. Habrá que esperar hasta la presentación de las nuevas consejerías para comenzar a sondear por dónde transitará la gestión del «Gobierno del cambio». De primeras, el balón de la crispación ya ha bajado y las dagas han vuelto debajo de las capas, ahora toca gestionar y dejar hacer en un escenario tremendamente complicado donde en los próximos cuatro años veremos más de un encontronazo entre socios, Gobierno y oposición.
Todo es inédito, por estrenar y vemos sucesos increíbles, como que el PSOE-A sea un partido antisistema que rodea el Parlamento y anuncia que pondrá a su servicio toda la maquinaria acumulada en décadas para asediar al nuevo Gobierno. Directamente, además porque se las saben todas, para frenar la hemorragia electoral antes de las elecciones municipales. Perdido el poder regional, el sustento de muchas promesas, colocaciones y ayudas, queda el ideario de un partido cuyos principales referentes son cuestionados constantemente por la sociedad española. En Ferraz ya quieren la cabeza de Susana Díaz, que se niega a abandonar el barco que ha hundido. El que aguanta gana, una estrategia que le ha servido en el espacio de su influencia, el sur, pero que no le va a servir después de perder el gran sostén andaluz frente a Pedro Sánchez, que hoy mira gozoso el BOE.
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