Ley del Menor
«Los padres de acogida son héroes corrientes»
La periodista y escritora Olvido Macías presenta su nuevo libro, «Hogares compartidos»
La periodista y escritora Olvido Macías presenta su nuevo libro, «Hogares compartidos»
«Hogares compartidos» (Lid Editorial), la última obra de la periodista de Onda Cero Olvido Macías, aborda la realidad humana que hay detrás de las familias de acogida. Pese a ocupar un espacio tan necesario en la sociedad actual, obtienen escaso reconocimiento. En Andalucía, en 2016 se encontraban acogidos 3.582 menores, un 8,3% más que el año anterior, sobre un total de 5.478 tutelados por la Junta. –Conviene preguntarse primero qué hay detrás del acogimiento...
–Es el hermano pequeño de la adopción y, sobre todo, hay que llamar la atención porque son niños que, pese al tiempo tutelados por la Administración, arrastran graves problemas. Necesitan a alguien que esté con ellos, los arropen, les cuenten cuentos... En los centros de menores están bien tratados, pero no tienen el calor de una familia.
–¿Escribir un libro como éste termina afectando?
–No puedes dejar de implicarte. Son historias que llegan al corazón, es un libro hecho con mucho corazón. Los testimonios de las familias, hijos mayores de edad incluidos, transmiten mucho sentimiento. Estos niños parten de situaciones dolorosas de ruptura, con problemas emocionales, y los miembros de las familias se convierten en héroes corrientes, desinteresados. Los acogen como si fuesen sus hijos, sin saber si volverán a sus familias de origen o son dados en adopción. Ellos rellenan esos vacíos emocionales mientras tanto.
–Estas familias llegan donde la Administración no alcanza...
–Son sus grandes aliadas. La mayoría de las veces da la sensación de que no hace todo lo que debiera. Necesitan más apoyo. Por un dinero simbólico –200 ó 300 euros al mes– tienen una responsabilidad enorme. No sólo dan cariño y comida, hay gastos adicionales que no se cubren. La Ley de la Infancia y Juventud de 2015 se está poniendo en práctica poco a poco, pero por desgracia dependiendo de la comunidad los recursos son distintos.
–¿Eso genera desigualdad?
–Hay competencias que no deberían transferirse, sobre todo si afectan a derechos. En Galicia, una familia extensa, que por lo general tiene como cabeza a una abuela, generalmente viuda, no recibe ni un céntimo si tiene una pensión de más de 600 euros. Y hay casos de hasta cinco nietos a cargo. Es un caso sangrante. Andalucía ocupa un nivel intermedio y en Madrid, por ejemplo, se han duplicado las ayudas.
–¿Qué característica tienen en común las familias de acogida?
–Las unen que tienen un corazón inmenso, como una catedral. Son gente excepcional. En muchas ocasiones no se trata de niños fáciles, pero a pesar de ello los hijos biológicos los consideran como hermanos. Se unen en los momentos buenos y malos, el apoyo emocional resulta clave. Pero me llaman la atención las grandes familias que siguen recibiendo niños de acogida, muchos de ellos de urgencia. En el libro narro el caso de Inmaculada, con varios hijos adoptados, otros de acogida y dos de urgencia. Uno de ellos, con síndrome de abstinencia, lo hace pasar mal a todos, pero son capaces de repartir tareas y crear una alucinante cadena en la familia.
–Eso marcará sus vidas, ¿no?
–No es casualidad que muchos jóvenes que de una u otra forma han convivido en familias de acogida se decidan por estudiar profesiones vinculadas a la asistencia social: psicología, logopedia, pediatría...Asimilan como normal ayudar a los demás.
–Las cifras de exclusión y pobreza colocan a más de medio millón de menores andaluces en riesgo.
–Es cierto que la Administración se tiene que implicar más, pero también está el caso de Málaga, provincia que ha conseguido que no haya niños de cero a tres años en centros de acogida y es un ejemplo para toda España.
–¿La falta de autoestima supone el mayor problema de estos menores?
–Ellos sólo quieren cariño, el amor es la mejor forma de curar sus heridas. Por desgracia, en el fondo tienen la idea de que son los culpables de la situación de sus familias.
–Muchos terminan volviendo a su familia biológica...
–Viven entre dos realidades, aunque es cierto que si pueden, siempre mantienen contacto con la familia biológica. La labor de los técnicos y de los padres de acogida ha de permitir que entiendan esas dos realidades. Debe haber un buen trabajo psicológico. Ya adultos, algunos de estos niños, no dejan de guardar mucho cariño hacia sus familias de acogida y los problemas y limitaciones de la biológica provoca que se sientan padres de sus padres biológicos con el paso del tiempo.
–¿Los hijos naturales de las familias de acogida cómo asumen el cambio?
–Los padres tenemos que hablar con nuestros hijos y explicarles la situación. Deben tratarlo como un hermano más, es labor de los padres. El miedo a saber cómo reaccionan es lógico, pero los niños resuelven ellos mismos la situación de forma natural. Sólo hay que implicarlos y darles responsabilidad.
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