Andalucía
Obama y las minas de tapas
Siglos buscando el oro del rey Salomón para encontrarlo repentinamente bajo el sol meridional. Si Cristóbal Colón empeñó su crédito tras el rastro de las minas doradas de Ofir al otro lado del charco, otro santo varón, Barack Obama, monarca de la sonrisa fotogénica y de la florida oratoria, ha hecho el mismo recorrido en sentido inverso para prestar su cara y prestarse a un selfi en el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) celebrado en Sevilla, donde desde hace años se labora con el yacimiento del turista.
Este evento internacional, en su decimonovena edición, ha concluido con una cantarrana de anuncios con inversiones, datos y cifras. La industria del turismo aporta en España uno de cada siete euros, genera el 15% del empleo y se invertirán 3.000 millones en los próximos años. El autorretrato con Obama, invitado de honor en la cumbre, no ha sido gratis y necesitaba una hora concertada. Otra lista de espera. Los camareros de Bache, un restaurante del centro de Sevilla, le han servido el menú de la tapa.
La plaza en la que cenó Obama el jueves es conocida como plaza San Pedro, plaza de Cristo de Burgos para los lugareños. Aquí se ha criado Miguel, que vive muy cerca, en la calle Morería. «Este barrio fue hogar de moros y judíos en la Baja Edad Media». De la familia musulmana de Obama a la condición hebrea del rey Salomón. Y en medio, la casa de Velázquez, que fue bautizado en la iglesia que da nombre a la plaza anexa, explica Miguel.
Los sevillanos, como en cada ciudad de Andalucía, se dividen entre quienes viven del turismo y quienes no. Para los segundos, entre luditas y enfermos de melancolía, existe el opositor al fenómeno. No es el caso de Miguel. «La ciudad está viva, muda a diario, lo lleva haciendo desde siempre; el turismo es un elemento más», concluye este vecino, para quien la llegada de Obama a Sevilla tampoco le ha causado una particular expresión de júbilo. «La noche anterior, cuando el ex presidente puso pie en tierra, estuvo un par de horas sobrevolando un helicóptero. Era la una de madrugada», recuerda.
La noche en la que Obama optó por un pequeño restorán se formó en el plaza «la de Dios es Cristo», explica Miguel. Toma una manzanilla en otro establecimiento, Coloniales, con Daniel, un arquitecto que ha venido a la sede de su colegio profesional, al otro extremo de la plaza. En medio hay un tobogán, columpios y unos bancos de metal desde donde vigilan las nodrizas. Hay una estatua del guitarrista Niño Ricardo y unos enormes ficus. «La ciudad siempre cambia, pero este giro parece definitorio», intenta explicarse Daniel. «Los transeúntes no son vecinos. La urbe se ha desarrollado como un espacio de convivencia, ahora es de paso».
En la cumbre, además de Obama, estuvieron Pedro Sánchez y Juan Manuel Moreno, presidentes de los Gobiernos de España y de Andalucía, de eterna precampaña. Todos ofrecieron sus titulares, naturalmente. Sánchez habló de cambio climático; Moreno, de vuelos directos a Andalucía, a través de Málaga y Sevilla, con Argentina y Chile. También estuvo el alcalde de la capital, Juan Espadas, que se apuntó el tanto del bombo y el platillo.
En la cercana plaza de los Terceros, Andrés está tomado café. En el escaparate de una librería hay un manual sobre el Alcázar, el palacio donde Carlos V e Isabel de Portugal celebraron su boda imperial. Obama, al fin, lo ha podido conocer después de haber tenido que interrumpir a Andalucía, ésta oficial, su visita hace tres años. El recorrido por el monumento lo hizo sin turistas, claro.
Una pareja de japoneses con sendas maletas a ruedas atraviesa cabizbaja la acera del bar Santa Marta. «Sevilla era la ciudad de los cafés, ahora es la de los bares y de los apartamentos turísticos», describe Andrés, que aplaude la llegada de divisas. «¿Preferimos acaso un centro de la ciudad cayéndose por abandono?», apunta.
Hace frío cuando se pone el sol estos días en Sevilla. Obama, sin embargo, cenó en mangas de camisa. Con él estuvo el ex embajador estadounidense James Costos y fuera, más allá de la puerta, una legión de escoltas no quitó ojo al menor movimiento, una tarea nada compleja esos días, ya que el sevillano ha respirado tranquilo. Quien fue el hombre más poderoso del planeta se ha comido una tapa. Para la industria del turismo significa poco menos que las toneladas de oro con las que Salomón construyó el templo. Esta mina es el sol, hidrógeno y helio.
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