Salud

Política social

Jesús Aguirre, consejero de Salud / Foto: Manuel Olmedo
Jesús Aguirre, consejero de Salud / Foto: Manuel Olmedolarazon

Jesús Aguirre, que no le tocó nunca nada al penúltimo Duque de Alba consorte ni ganas que hubiese tenido, es el consejero de Salud y también de otra cosa denominada «Familias» que nadie ha explicado muy bien qué demonios es, en vista de que en Vox, pese a que tanto insistieron para poner ese añadido en la nomenclatura, están la mar de entretenidos escabechando a Francisco Serrano. Este médico cordobés, que pateó mil consultas antes de pisar moqueta, estrenó la legislatura y el cargo desvelando la colosal lista de espera que había ocultado el PSOE, una multitud de medio millón de desesperanzados escondida bajo la alfombra de la propaganda canalsureña y a la que denominó «bolondrón», un neologismo onomatopéyico altamente significativo. (La política no ofrecía un hallazgo lingüístico de ese calibre desde aquel «convoluto» de las corrupciones ochenteras). Ayer, el dicharachero Aguirre presentó una convocatoria de concurso de traslados sin precedentes el Servicio Andaluz de Salud, 15.307 plazas que convertirán en personal bien pagado y motivado a otros tantos sanitarios que hoy malviven con contratos de días sueltos en centros de trabajo a horas de viaje de su residencia. Ha cuadruplicado la plusmarca de los cuarenta años de socialismo. Se les supone la profesionalidad y la abnegación, claro que sí, pero quién no rinde menos cuando las condiciones son regulares tirando a deplorables. No es lo mismo predicar que dar trigo, como no todos los políticos son iguales: están quienes se llenan la boca con «joya de la corona» u otras palabras de gran tamaño y quienes dotan al sistema sanitario de los recursos que necesitan para no anquilosarse. Las políticas sociales no son patrimonio de la izquierda ni de la derecha, sino consecuencia de una intención firme y una gestión adecuada.