Andalucía

Presidente de la fuga

La Razón
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Éste es título de una posible y futura película que cuente en clave de comedia bufa las tremendas actuaciones del presidente de república que menos ha durado en el cargo. La salida precipitada de Cataluña es el guión de una serie televisiva de «serie B». Una cosa es clara, el nada épico ex estaba al borde de la diarrea que provoca el pánico, acompañada además, como ha dicho el siempre genial Alfonso Guerra, de una ignorancia total. No hacía falta salir de incógnito y hacer mas de 500 kilómetros en coche hasta Marsella. Podía haber salido del aeropuerto de Barcelona en vuelo directo a Bruselas. Pensaba que iba a ser detenido. Desconoce que sobre él no pesa, al menos a día de hoy, ninguna orden de detención; que incluso los citados a declarar en el Tribunal Supremo, lista que encabeza la anterior presidenta del Parlamento catalán, la señora Forcadell, pueden viajar con su pasaporte de ciudadanos españoles a cualquier parte del mundo hasta que la semana que viene los jueces decidan si les impone alguna medida cautelar, como la retirada del pasaporte. Justo con su actuación y la de los cinco latinos que le acompañan, Puigdemont ha dejado claro, cristalino, que el peligro de fuga existe, por lo que esta acción sería la más razonable, si la judicatura tomara en consideración los cargos que la Fiscalía baraja. Desconozco si se jugaron a los chinos quién se marchaba y quién se quedaba. De lo que estoy seguro es de que, ¿el honorable?, presidía la huida. Sabido es que estaba dispuesto a ir a las elecciones, pero garantizando su inmunidad, nuevo desconocimiento: el Gobierno no tiene poder para frenar la máquina de la Justicia, una vez que ésta se pone en marcha. Así es que, si se requiere su presencia ante la Justicia, en el caso de que no sea extraditado, va a tardar en volver más que aquel gran presidente catalán, el marqués de Tarradellas, quien sabía tanto y había visto la actuación irresponsable y suicida de muchos políticos de su tierra, que no dudó, siendo el heredero de los mandatarios catalanes de Esquerra Republicana, en aceptar, lleno de orgullo, el título nobiliario que le otorgó, un hombre, un Rey al que admiraba, don Juan Carlos.