Elecciones andaluzas
Pulsión electoral
No se equivoquen. Diego Valderas habla de referéndums y de consultas populares no para decidir sobre el déficit público sino porque desea vivamente un adelanto electoral. El PSOE, a su vez, sabe que no podrá agotar la legislatura pero tal vez quisiera aproximar más en el tiempo comicios locales y autonómicos. Al fin y al cabo, si el gobierno de coalición solo dura un año y medio o dos años, demasiados votantes podrían pensar que la izquierda andaluza, atrapada entre la ideología y la crisis, tira la toalla y huye por la gatera de las urnas. Izquierda Unida en cambio, por razones internas y externas, se está situando a un paso de solicitar elecciones anticipadas y más después de los sondeos que pronostican el persistente estancamiento de los socialistas y la tendencia al alza de quienes se sitúan inmediatamente a la izquierda del PSOE (es decir, IU) y a su derecha (a saber, UPYD). Así pues, la legislatura andaluza – que analistas no lejanos del bipartito han calificado ya de estancada– vuelve a adentrarse en los terrenos de la inestabilidad y la incertidumbre. Todo depende, claro, del aguante del presidente Griñán, cuya garganta socialdemócrata se ha tenido que tragar en solo diez días tres amargos sapos: el estrepitoso fracaso de las movilizaciones ciudadanas con motivo del 28F; el chuleo y el chalaneo al que lo están sometiendo los sindicatos bajo la amenaza de veto al Pacto por Andalucía; y, en el colmo de lo inverosímil y circense, la reivindicación que sus socios de gobierno han hecho de la figura del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. Un apellido cuyo mero parecido fonético al de Chaves puede que haya llevado a Griñán a meditar si no plantear otra vez algún tipo de movimiento que lo vuelva a ratificar como el verdadero y único Bolívar del pueblo andaluz. La posición oficial sigue siendo agotar el mandato. Pero donde dije digo siempre se puede decir Diego.
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