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Sicab

Espectáculo ecuestre de Sicab / Foto: Manuel Olmedo
Espectáculo ecuestre de Sicab / Foto: Manuel Olmedolarazon

En aquellos tomos de cría caballar aparecían los anagramas de los hierros que guardaban una genética de siglos y generaciones. Un tesoro que, gracias al trabajo de los que nos precedieron, podemos conservar en diversas ganaderías. Porque el caballo de Pura Raza Española pertenece a un patrimonio único, del que nos podemos sentir muy orgullosos todos los españoles. Pero también, trasciende fronteras al ser su sangre base fundamental de otras muchas razas. Por tanto, su carácter es universal. Y por eso mismo, muchas miradas están pendientes de todo lo que ocurre en Sicab, donde cada año van los mejores ejemplares y compiten en el Campeonato del Mundo del Pura Raza Español. Ser ganadero de caballos españoles no es tarea fácil. Desde pequeño, he conocido a personas que lo han entregado todo por su amor al caballo. Un animal que formaba parte de las labores cotidianas del campo andaluz. De ahí nace la selección por el trabajo. Es decir, criar caballos para que tengan una utilidad, siendo muy funcionales aquellos que se seleccionan en las ganaderías bravas. Ejemplo de ello, son los caballos españoles de hierros tan míticos como Miura, Álvaro Domecq (Alburejos), Benítez Cubero (Pallarés) o Guardiola, por citar algunos ejemplos. En nuestra familia, se domaban las yeguas para trillar el trigo. Durante más de un siglo como ganaderos, hemos tenido la fortuna de criar grandes productos. Algunos muy conocidos por los aficionados. Pero nunca pensamos que podíamos criar tres caballos campeones en un Sicab en tres disciplinas hípicas distintas: León AP (en Equitación de Trabajo), Quedado AP II (en Alta Escuela) y Quinto AP (en Gran Premio de Doma Clásica). El triunfo de estos tres caballos de Peralta ha sido el mejor tributo que mi tío Ángel podía recibir. Vaya por él este homenaje.