Chile
Tres noches, un pasaporte
Acampó durante tres noches delante del edificio del Registro Civil. Tenía el permiso de estudios concedido para ampliar su formación en Estados Unidos. «In extremis» consiguió el pasaporte. Otros no tuvieron tanta suerte. Trabajos que se han frustrado o retrasado. Personas que no pueden salir o que no pueden regularizar su residencia. Niños que nacen y que son administrativamente invisibles; difuntos que se mueren pero permanecen en vida en pleno mes de las ánimas benditas. Nada de esto me invento. Es la realidad en la que vive inmerso Chile desde hace casi un mes como resultado de la huelga de los funcionarios del Registro Civil.
El ejemplo viene a cuento no sólo de la importancia que Chile tiene para muchos españoles que, como yo, desarrollan allí parte de su trabajo; también para no pocas empresas españolas que están presentes en este país sudamericano. Pero sobre todo, es un ejemplo de la importancia que la credibilidad de las instituciones tiene como determinante del desarrollo económico y bienestar de las personas.
Pero los economistas que han estudiado la influencia de las instituciones en el desarrollo económico utilizan una definición más amplia que las limita a las instituciones públicas. En la afortunada definición de North de 1990, las instituciones de una nación son las reglas de juego imperantes. La estabilidad de las instituciones descansa en la confianza de que las reglas no serán subvertidas. En todo caso pueden ir cambiando con el tiempo pero no abruptamente sin que ello suponga, como se dijo con acierto, mantener las instituciones aunque sean injustas o subvertirlas, aunque al hacerlo se arrastren muchas cosas buenas. Pero si, además, las instituciones o reglas del juego son buenas, entonces estarán asociadas inequívocamente a mejores niveles de desarrollo y de bienestar.
El problema aparece cuando se pierde la confianza en la estabilidad de las instituciones; cuando su permanencia no resulta creíble. Por ejemplo, llevado a un terreno práctico, cuando los episodios de nacionalización no son desconocidos o llegan a ser frecuentes en un país, difícilmente la inversión privada va a estar presente en sectores susceptibles de nacionalización. Algo parecido ocurre cuando un sistema de precios garantizados de pronto deja de serlo con implicaciones financieras determinantes para proyectos a largo plazo. De alguna forma esto es lo que ocurrió en España con el final del sistema de primas a las energías renovables.
Con la credibilidad de las instituciones ocurre algo muy parecido al honor o a la reputación; tarda mucho en forjarse y muy poco en perderse. No cabe duda, que la imagen exterior de Chile se ha visto deteriorada por esta situación de paralización de un servicio público tal crucial.
Las empresas son también conscientes de esto y los profesionales también. Si hoy viajas a Chile los chilenos dan por sentado que o eres profesor universitario (el sistema universitario chileno ofrece muchas oportunidades a quien está en posesión de un doctorado) o eres ingeniero; en este último caso o trabajas en alguna de las empresas de ingeniería civil o lo haces para una empresa de energía renovables. Curiosamente, buena parte de los países sudamericanos asocian inmediatamente las energías renovables a las empresas españolas de la misma forma que la calidad de los coches mantiene a las marcas alemanas muy presentes. Quizá, los responsables de la «marca España» deberían incorporar en su «portafolio» al capital humano investigador formado en las universidades españolas además de aquellas marcas y productos tangibles.
Caminar en el fortalecimiento de las buenas instituciones españolas –en ese sentido amplio que usaba North en su definición– es crucial para nuestro futuro. En ese sentido, la corrupción transversalmente extendida y las amenazas secesionistas deben ser resueltas de forma creíble. De lo contrario, lo vamos a pagar todos como ahora los chilenos están soportando el conflicto de los trabajadores del registro civil.
✕
Accede a tu cuenta para comentar