Sevilla

Y de pronto... la Feria

El transporte público es la manera más eficaz de evitar disgustos
El transporte público es la manera más eficaz de evitar disgustoslarazon

Nunca mejor dicho, que ya estamos en el primer día de Feria y que ha llegado contra viento, marea, ciclones, incluso con más días de lluvia que el mismísimo diluvio universal. Claro está que la madre de todos los diluvios fue el que le tocó gestionar a Noé, pero indudablemente las infraestructuras hacen mucho... No hace falta remontarse al principio de los tiempos para recordar las eternas riadas de Sevilla, donde aquel Tamarguillo pasaba de aprendiz de río a violento caudal que anegaba la ciudad. Pero al igual que en Semana Santa, el tiempo dará una tregua a la Feria, que no solamente hay muchos «jartibles» de la mejor de las semanas en el cielo, también hay bastantes feriantes. Pásenlo estupendamente, apuren toda la felicidad que una fiesta única y maravillosa les ofrece, pero siempre con la cabeza en funciones y si un día se ha pasado uno la portada y Joselito el Gallo y dos calles más, nada de conducir, andar un poquito que es hermosísimo el paseo por la calle Asunción hasta la plaza de Cuba, allí toma un taxi y hasta su casa, aunque viva en Espartinas. Les aseguro que no sólo ganarán en salud, incluso ahorrará dinero. No hace falta ponerse en lo peor: accidente y sus consecuencias, sólo que le paren en un control, gran multa, pérdida de puntos, incluso retirada de carné. Todo esto lo evita con 25 euros de taxi y 20 de un día de parking . Este consejo lo extraigo de mis propias vivencias, que son de más de 50 años de Ferias de Abril. Pero yo les debía el final del folletón de reinas. Doña María Cristina, reina madre y Doña Victoria Eugenia, reina consorte, son las anteriores soberanas que convivieron en España. Cierto es que en aquellos tiempos eran los periódicos los que ostentaban toda la información, ni la radio, todavía incipiente, ni la televisión inexistente, tenían el enorme peso. Justo es reconocer que la prensa podía ser bastante más dura, incluso tirando a intenso amarillismo que la de hoy, y el boca a boca, sobre todo en lo relacionado con la familia real, corría por mercados y plazas como si estuvieran pegado a una radio de las de estos tiempos. El escándalo ha sido monumental, incluso mirándolo por la parte buena, es de las pocas noticias de España que se han convertido en universales. Eso quiere decir que la familia real española siempre interesa. Los medios españoles han asomado sus apoyos incondicionales, sus odios feroces, incluso las críticas ponderadas. Escuchaba el otro día a una magnífica profesional que lleva padeciendo todos los aciertos, que han sido muchos, de estos más de 40 años de Monarquía, que cuando llega el más mínimo error se lanza con todos sus armamentos ideológicos y dialécticos, que no son pocos, a decir cosas tremendas, vamos que este suceso, que nunca debió producirse pero que no pasa de un cotilleo de altura, oyendo lo que decía parecía que estábamos a punto de la tercera república, que Dios nunca lo quiera. A este carro se han unido viejas –aunque muy operadas– glorias que hace tiempos entendieron que resulta más rentable aquello del cuanto peor, mejor. Sobre todo para la cuenta corriente. Hace tiempo los medios adoptaron como propio un antiguo proverbio chino, que puesto al día todos conocemos como «una imagen vale más que 1000 palabras». Eso es lo que sucedió cuando la Reina Letizia abrió la puerta del coche a su suegra la Reina Sofía, no hacía falta más, había hecho su penitencia, su armonía institucional estaba clara en las imágenes y en lo privado es un ámbito que administran ellas. No hay ni manipulación ni engaño. Hay un correctivo público para la consorte real que viene a ser una especie del «lo siento, no volverá a ocurrir» del Rey Juan Carlos. Para el final voy a coger un dicho no de un rey, pero sí de un Faraón: «sanseacabó».