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Ávila no puede con Pilar Baeza

La política del miedo se ha impuesto en el barrio donde la candidata de Podemos a la alcaldía gestiona un gimnasio. “No es trigo limpio, lo del asesinato es tan solo una de las cosas que ha hecho en el pasado”, dice una vecina.

Ávila no puede con Pilar Baeza
Ávila no puede con Pilar Baezalarazon

La política del miedo se ha impuesto en el barrio donde la candidata de Podemos a la alcaldía gestiona un gimnasio. “No es trigo limpio, lo del asesinato es tan solo una de las cosas que ha hecho en el pasado”, dice una vecina.

A María Luisa Urbillo se le pone el corazón a mil revoluciones cuando se le nombra a Pilar Baeza, la candidata de Podemos para la alcaldía de Ávila, que fue condenada a prisión por la Justicia hace más de treinta años al considerarla cómplice de un asesinato. «Es una canalla. Tengo la suerte de no conocerla en persona, pero vamos, por el barrio sí que la he visto en varias ocasiones. No sé cómo no se le cae la cara de vergüenza, que se vaya de Ávila, que nos deje tranquilos y vuelva a Madrid, que es donde nació, aquí no queremos alcaldes asesinos, bastante tenemos ya con lo que tenemos», refunfuña esta jubilada. Nos encontramos en el humilde barrio de la capital castellana donde Baeza, de 56 años, regenta el gimnasio Giocare, en cuyo interior no se aprecia actividad. Luces apagadas y las elípticas paradas. En sus alrededores sí hay más movimiento: padres que van a buscar a sus hijos a la salida de una academia de inglés que hay enfrente y otros que apuran las compras de fin de semana en el supermercado.

María Luisa es de estas últimas. Pese a ir cargada con bolsas, se para unos minutos a hablar con LA RAZÓN. «Cuando saltó la noticia de que esta impresentable había sido cómplice de asesinato casi me caigo redonda. Qué cara tiene. ¿Pensaba realmente que esto no saldría nunca a la luz? Yo lo que propongo es que la gente la boicotee y no vayan a su gimnasio, que se quede vacío y tenga que cerrar. Es una sinvergüenza. Mira, si Podemos ya tenía aquí poco tirón, con esta señora mucho menos», reflexiona a modo de debate político televisivo. La polémica está servida y durante toda la semana ha sido la conversación de todos los corrillos. Más aún en el barrio al sur de la ciudad donde está el negocio de Baeza. La candidata de Podemos a la alcaldía llegó a Ávila después de cumplir siete años de prisión (en la cárcel de Brieva) de los 30 a los que fue condenada por haber organizado en 1985 junto a su entonces novio Manuel García, alias «Lolo», el asesinato de Manuel García quien, según ella, la habría violado. Aseguró que viajó hasta Portugal para abortar. Nunca se pudo confirmar dicha acusación y, al parecer, no consta en la sentencia. El crimen ocurrió en Leganés y tras salir de prisión en 1992 optó por comenzar una nueva vida en Ávila, alejada del negocio de sus padres en el municipio madrileño. Allí montó su propio «business» y quiso dejar de lado su turbio pasado. Es más, cuando se conoció su pasado, ella misma aseguró que no dimitiría como candidata, ya que «cumplí con la justicia en todos y cada uno de sus términos y digo todos, habiendo cerrado ese capítulo de mi vida sin ninguna deuda con la sociedad». No piensan igual los abulenses, es más, Baeza es una persona que suscita desconfianza, indignación y miedo entre muchos de ellos. Rosa (nombre ficticio, ya que nos ruega anonimato), que camina por una de las calles que rodean al gimnasio de la candidata morada, se queda pálida cuando le preguntamos por ella. «Claro que la conozco, demasiado, es muy peligrosa. No puedo contar todo lo que sé porque me estaría identificando e iría a por mí. No es trigo limpio. Es mala persona y capaz de hacer cualquier cosa por conseguir lo que quiere», subraya.

Ante la insistencia de que nos cuente lo que ha «sufrido» a su lado, ella baja la cabeza y explica que no puede. «Me encantaría que los medios supierais toda la verdad de ella. El asesinato es tan solo una de las cosas que esconde. Por no hablar de los lujos que se da, que no sé de dónde pueden venir, porque su negocio no es que esté a rebosar», asevera. Según nos cuenta esta vecina, Baeza no reside en el barrio, sino que tiene un «pedazo de chalet» en Mingorría, un pueblo a 12 kilómetros de la capital. «Cuidado con lo que vayas a publicar de ella porque aquí nos tiene atemorizados», apunta. Mar y Ángeles están menos alteradas y con prudencia aconsejan a la candidata del partido de Pablo Iglesias que se retire. «Esto es muy malo para Podemos, no solo aquí que quizá sea lo de menos porque en Ávila siempre gana el PP, pero a nivel nacional también puede influir. No puedes tener en tus listas a una asesina. Es algo indecoroso», apuntan. Ésta es la primera vez que Podemos tiene candidata en Ávila, antes, la formación iba integrada en una plataforma que en 2015 acudió a las urnas bajo las siglas de Trato Ciudadano, que consiguió tres concejales.

Robos y engaños

Ésta no es la primera vez que Baeza se presenta a unas primarias. En 2015 lo hizo en el partido mencionado anteriormente, pero no consiguió su meta hasta este año: ser la cabeza de lista en una formación. Según cuenta ella misma, fueron las injusticias bancarias en relación a las hipotecas las que la impulsaron a dar el salto. En 2012, era la portavoz de la Plataforma de Afectados por las Participaciones Preferentes de Ávila y cuando comenzaron a gestarse los famosos círculos de Podemos vio su oportunidad. «Pero le ha salido el tiro por la culata, tanto querer estar en primera línea... no sé cómo no pensó que todo su pasado saldría a la luz. Es una impresentable. Yo nunca hubiera votado a Podemos, estuviera ella o no, pero si ya me gustaban pocos los de Iglesias, cuando veo esto... no sé qué decir. Bueno, sí, que si tenía pensado en que su partido tuviera más peso en estas elecciones van a conseguir lo contrario», reflexiona María, que va acompañada de su hija. Son pocos los que comparten al argumento de la podemita, tan solo un par de mujeres que caminan a los pies de la muralla afirman que «ella ya ha cumplido con su pena y la reinserción en la sociedad es necesaria».

A cargo de la tienda de souvenirs en la Plaza de Santa Teresa de Jesús está Lourdes, de 60 años, y que no duda en pronosticar el daño que se le está haciendo a su ciudad por culpa de «esta mujer». «Los políticos deben dar ejemplo. Claro está que ha cumplido con la condena, según dice, pero los representantes públicos no deben tener un pasado como el suyo. Con casos como el de Baeza se desprestigia la política. No tendría que haberse presentado a las elecciones y aún así, si lo hubiera dicho y nadie se hubiera enterado, bueno, pero ahora... lo más normal es que dimita», dice la dependienta.

De vuelta al barrio donde está el gimnasio de la representante de Podemos nos cruzamos con Marta, que insiste en el argumento de Lourdes: la indecencia. «Si la política ya está desprestigiada por todo lo que nos han robado y engañado, con esto nos damos cuenta de que puede ir a peor. Menudo morro tiene la Pilar», recalca. Son pocos los que quieren dejarse fotografiar porque la otra política, la del miedo, está bastante instalada. Urbillo lo confirma con claridad: «Deja, deja, no me vaya a reconocer y haga conmigo lo mismo que hizo con el chico ese de Leganés».

Votos morados en caída libre

Diego pasa frente la sede de Podemos en Ávila, que está apagada, sin movimiento, como si en su interior se diera por hecho el batacazo electoral de mayo. Este joven dice que no es de política, que más bien es de izquierdas, pero que «aquí, los de Podemos no hacen mucho». «Tienen poca visibilidad y la verdad no sé qué proponen para la ciudad. Es más, la mayoría de los abulenses nos hemos enterado de quien es la candidata cuando saltó lo de su asesinato. Si los pobres ya lo tenían dificil, ahora con toda la polémica no van a conseguir ni un voto», asevera Diego. En el bar que hay en la calle paralela al gimnasio, su dueña es de la misma opinión. «Aquí la gente de lo que habla es de pensiones, quieren que su paga llegue a fin de mes», nos cuenta. Ella no conoce a Pilar pese a que su negocio está al lado del bar. «Viene poco por aquí, más bien nada», asegura buscando la aprobación de una clienta que apura su café.