Valladolid
Blázquez alerta de la «instrumentalización» del amor e invita a construir familia cada día
El cardenal arzobispo preside la Fiesta de las Familias en el Seminario Diocesano de Valladolid
La defensa de la familia como realidad fundamental y núcleo de la sociedad actual, y la preocupación por las crecientes rupturas matrimoniales, centraban el contundente sermón que el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, daba ayer durante su homilía en el Seminario Diocesano, con motivo de la fiesta de las familias. Una ceremonia que presidía y concelebraba el obispo auxiliar de la Diócesis vallisoletano y rector del Seminario, Luis Argüello.
Una plática, de casi veinte minutos, en la que el también presidente de los obispos españoles apelaba a la exhortación apostólica del Papa Francisco «Amoris Laetitia», (en el amor hay también gozo), como lectura para orientar a la vida en familia.
Ricardo Blázquez rescataba tres puntos de este documento universal como esenciales para hacer frente a los peligros a los que se enfrenta hoy la institución familiar: analizar lo que ocurre en el seno familiar y rescatar la palabra amor; construir familia cada día; y acercarse a los matrimonios rotos y hundidos.
El cardenal advertía de la «instrumentalización» de la palabra amor en la sociedad actual, como uno de los culpables de que se acaben tantos matrimonios. También alertaba de la «demasiada facilidad» existente en las rupturas, que el prelado extendía igualmente al ámbito legal en los divorcios, «con puertas abiertas e invitaciones a atravesarlas».
«A veces ponemos la palabra amor a nuestro servicio caprichoso y egoísta haciendo la función de nosotros mismos, y eso no es amor», lamentaba el prelado, para quien el amor «es humildad, afabilidad y saber perdonar, además de que no humilla y es paciente». En su alocución, el arzobispo de Valladolid insistía en que el secreto del matrimonio se encuentra también «en el amor del que sabe comprender al otro a diario»; aseguraba que sin la familia «estaríamos a la intemperie, a cielo raso, sin techo ni cobijo»; y llamaba a todos a acercarse a las familias rotas y divorciadas «hasta donde podamos», pero para escucharlas, acompañarlas y abrirlas camino con compasión y misericordia, y no como jueces. «Nuestra cartilla no es el código penal sino el sermón del monte», aseguraba el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Decenas de familias y jóvenes participaban en esta eucaristía que amenizaba el coro Santa Ángela del Colegio Inmaculada Concepción, y que continuaba con una paellada familiar y una sobremesa con café y tertulia.
Antes de la eucaristía, se celebraba un espectáculo de magia a cargo del profesor y experto en la transmisión de la fe a través del ilusionismo, Robert Kendirijian, que aprovechó también su presencia en Valladolid para contar a las familias su testimonio sobre el genocidio del pueblo armenio.
Una jornada que ponía el broche de oro a una semana repleta de actividades en el Seminario en las parroquias de la Diócesis, con proyección de películas, conferencias y oficios religiosos.
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