Valladolid

Blázquez asegura que la sociedad necesita Misericordia y anima a vivir la gratitud

El presidente de la Conferencia Episcopal Española pone fin a este año jubilar ante cientos de fieles en la Basílica de la Gran Promesa

El cardenal Ricardo Blázquez, durante la homilía en la Santa Catedral de Valladolid
El cardenal Ricardo Blázquez, durante la homilía en la Santa Catedral de Valladolidlarazon

El presidente de la Conferencia Episcopal Española pone fin a este año jubilar ante cientos de fieles en la Basílica de la Gran Promesa.

Cientos de fieles acompañaron ayer al cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, primero en la Catedral y después en la procesión por las calles de la ciudad desde la seo vallisoletana hasta la Basílica Santuario de la Gran Promesa, durante la clausura del Año Santo de la Misericordia. Una intensa jornada para los cristianos, por cuanto el final del Jubileo coincidía también con el Día de la Iglesia Diocesana.

En su homilía, el también presidente de los obispos españoles aseguraba que esta celebración jubilar «nos ha ayudado a constatar que nuestra sociedad necesita misericordia», y que la Iglesia es el ámbito en que los fieles pueden vivir esta misericordia «para dar testimonio de ella con sus obras en los distintos ambientes de la sociedad. Monseñor Blázquez hacía suyas también las recientes palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que la misericordia es la forma de actuar con que tratamos de incluir en nuestra vida a los demás, pero también aquella que evita que las personas se encierren en sí mismas y en su egoísmo. «La misericordia no es más que abrir os brazos de par en para acoger sin excluir», decía el cardenal, a la vez que apuntaba que en el amor y la misericordia de Jesús «estamos todos estamos incluidos».

Asimismo, Blázquez defendía la bonda y la compasión como las mejores vías para conseguir que la paz se imponga a la hostilidad y la enemistad «que alimenta las rupturas entre los hombres».

En su intervención en un a catedral abarrotada, Blázquez hacía referencia también a la importancia del perdón, «como la expresión más inmediata con la que nos sentimos acogidos», y animaba a llevar a cabo el sacramento de la confesión «porque todos necesitamos ser perdonados por Dios».

En todas las diócesis de la Comunidad se celebraban también distintos actos religiosos con motivo de este final del Año Santo de la Misericordia.

En Ávila, Monseñor Jesús García Burillo oficiaba también una ceremonia en la Catedral, en la que daba las gracias a Dios «por los bienes espirituales que nos ha concedido a lo largo de este año», e invitaba a los fieles a que alcancen un profundo espíritu de la misericordia divina «para que sus corazones se conviertan a su vez en portadores de ella». «La misericordia es uno de los grandes dones que podemos recibir del Señor en este momento actual en el que vive la sociedad en todo el mundo, así como una de las grandes tareas a desarrollar en la vida cristiana, en general, y de nuestra diócesis, en particular», escribe en su pastoral «Bienaventurados los misericordiosos».

Los cristianos celebraban también ayer el Día de la Iglesia Diocesana bajo el lema «Somos una gran familia contigo» con el objetivo de profundizar en el sentido de pertenencia y colaboración en la Iglesia, especialmente a través de la parroquia, y consolidar el sentido de vinculación efectiva basada en la comunión con Jesucristo y los bautizados.

«Para que una parroquia funcione y tenga vida hace falta luz, agua, calefacción, limpieza o teléfono, escribe Monseñor Ricardo Blázquez en su carta pastoral, donde anima a los fieles a seguir colaborando económicamente según las posibilidades de cada uno.

«Es cuestión de responsabilidad, de gratitud y de libertad», señala el arzobispo de Valladolid, quien anima a seguir caminando y no desesperar, así como a no renunciar a la búsqueda de la plenitud de amor y comunión.