Ávila

Blázquez defiende la familia como transmisora de la fe en la festividad de la patrona de Ávila

Los abulenses acompañan en procesión a la Virgen de Nuestra Señora de Sonsoles hasta su ermita

Numerosos fieles abulenses acompañan a la Virgen de Sonsoles, patrona de Ávila, portada a hombros por dieciséis anderos
Numerosos fieles abulenses acompañan a la Virgen de Sonsoles, patrona de Ávila, portada a hombros por dieciséis anderoslarazon

El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, presidió ayer la fiesta del Patronato de Nuestra Señora de Sonsoles, con una eucaristía que se celebraba en una abarrotada de fieles ermita de patrona de Ávila y de los pueblos de la zona, quienes no quisieron perder la ocasión de escuchar al también presidente de los obispos españoles y paisano. De hecho, se colocó una megafonía en el exterior del templo para que los numerosos fieles que se quedaron fuera por no poder entrar pudieran seguir la ceremonia.

En su homilía, Monseñor Blázquez tenía palabras entrañables hacia el santuario y recordaba su pasado en tierras abulenses, cuando se acercaba a esta pequeña iglesia desde el seminario, así como los años en los que desempeñó el cargo de secretario del Instituto Teológico Abulense.

El tirón de la Virgen

Tras reconocer que la Virgen de Sonsoles actúa «como un tirón» para que los fieles vayan a saludarla, el arzobispo de Valladolid centraba buena parte de su alocución en defender la importancia de la familia como transmisora de la fe a través del rezo. Por ello, el prelado apuntaba a la necesidad de reforzar la familia, que sigue siendo la célula esencial para la sociedad y para la Iglesia, también para los jóvenes y las mujeres, «que tienen un papel fundamental en la transmisión de la fe y constituyen esa fuerza cotidiana que lleva adelante la sociedad y la renueva».

Blázquez aseguraba que la Iglesia pone su esperanza en las familias cristianas, pero, para cumplir su misión y evangelizar, la familia debe ser evangelizada también. Tras la misa, sobre la una de la tarde llegaba el momento más esperado, la salida de la Virgen de la hornacina, algo poco habitual ya que lo hace solo cuatro veces al año, a hombres de dieciséis anderos, ataviados con traje de fiesta, y con el Himno Nacional como música de fondo. Ya en la calle, la patrona de Ávila procesionaba acompañada de la música de los dulzaineros y entre la alegría y los «vivas» de los numerosos abulenses que sienten una gran devoción por la Virgen de Sonsoles.