Valladolid

La luminosidad de la obra más madura de Joaquín Sorolla llega a Valladolid

«Un jardín para pintar» reúne 70 lienzos en el Patio Herreriano, que se pueden ver hasta el 24 de junio

Óscar Puente, Ana Redondo y Consuelo Luca de Tena abren esta muestra que se puede contemplar en el Museo vallisoletano
Óscar Puente, Ana Redondo y Consuelo Luca de Tena abren esta muestra que se puede contemplar en el Museo vallisoletanolarazon

Un total de 70 obras del artista valenciano Joaquín Sorolla inundan el Museo Patio Herreriano de Valladolid, que bajo el título «Un jardín para pintar» muestra su devoción por los juegos de luz, elaborados ya en su parte final de su vida. Una muestra, que se complementa con una serie de fotografías bajo el título «Sorolla en el paraíso», que presentaban el alcalde de la ciudad, Óscar Puente, y la concejala de Cultura, Ana Redondo, y que se podrán contemplar, de manera gratuita, hasta el próximo 24 de junio.

El trabajo del pintor se plasma con esta exposición en el periodo de su madurez, cuando ya era famoso y rico y hacía un «poco lo que quería», según resaltaba la directora del Museo Sorolla, y comisaria de la exposición, Consuelo Luca de Tena.

Crear una bonita casa para su familia que albergara un jardín, un trocito de naturaleza para salir a pintar y poder reflejarlo con sus pinceles constituyó un objetivo del autor, que a los 57 años abandonó los lienzos y que pereció tres años después, no sin antes dejar una extensa y variada producción.

«El pintor jardinero» fue un fenómeno de la época de Sorolla, compartido por otros autores, como fue el caso de Monet, que al avanzar su trayectoria dirigieron sus pasos hacia esta técnica caso más que hacia su propia pintura. Acaparó Sorolla una enorme producción de cuadros de jardines en los últimos años de su vida, cuando ya no le atraía el interés por «sumarse a ninguna vanguardia» y pintaba «por el placer de pintar», precisaba Luca de Tena.

La pasión por la jardinería fue algo que despertó en Sorolla tras realizar un viaje a Granada. Viajó con intención de recorrer Sierra Nevada, pero en cuanto llegó a la Alhambra se quedó fascinado. Los jardines y los patios andaluces le impactaron. «Él es una inagotable caja de sorpresas, y al profundizar en su trabajo encuentra cosas asombrosas. A pesar de que falleció relativamente joven, dejó una producción extensa y variada, y dentro de ella la creación de su propio jardín fue su gran empeño en los últimos años de su vida», explicó la directora museística.

Sorolla comenzó a dar forma al jardín de su casa, su «paraíso personal», en un espacio de apenas 200 metros cuadrados que organizó en tres alas.

Esa estructura se corresponde con la de la propia exposición, que dedica las salas 3, 4 y 5 a cada una de esas alas del jardín del pintor. «Es un espacio reducido, pero él tuvo una sensibilidad tan acertada en sus proporciones, que cuando uno entra allí se olvida de todo y entra en otra dimensión, en un mundo aparte», indicó la comisaria. Junto a los lienzos, esas salas albergan parte de los dibujos y bocetos realizados por Sorolla para dar forma a ese espacio, junto a fragmentos de un antiguo zócalo, hoy sustituido, y azulejos que él coleccionaba en anticuarios.