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Algo huele a podrido en Westminster

La escritora Sarah Vaughan explora el drama del abuso sexual en el thriller «Anatomía de un escándalo»

Mujeres incondicionales Sarah Vaughan también indaga en la novela en la figura de esas mujeres que, a pesar de los escándalos sexuales, apoyan públicamente a sus maridos. «No se entiende, pero si piensas que son mujeres que han centrado toda su vida en un proyecto familiar, es difícil deshacer los lazos, que sí, llegan a estrangular»
Mujeres incondicionales Sarah Vaughan también indaga en la novela en la figura de esas mujeres que, a pesar de los escándalos sexuales, apoyan públicamente a sus maridos. «No se entiende, pero si piensas que son mujeres que han centrado toda su vida en un proyecto familiar, es difícil deshacer los lazos, que sí, llegan a estrangular»larazon

La escritora Sarah Vaughan explora el drama del abuso sexual en el thriller «Anatomía de un escándalo».

No hay mucho que hacer en el sudoeste de Inglaterra, una zona rural, de cielos turnerescos, donde la gente es sencilla y sonrisa corta. Para una niña de viva imaginación y curiosidad nerviosa, lo único que queda es leer e intentar viajar así muy lejos de allí. Así era, a finales de los 70, la pizpireta y directa Sarah Vaughan. A los nueve años ya devoraba apasionadamente las novelas de Frances Hodgson Burrnett. A los 13, podía recitar de memoria pasajes de los libros de Jane Austen. A los 18, estaba en el corazón de Oxford con los hijos de la élite inglesa, mirando a aquellos señoritos y señoritas con extrañeza, como si fuesen animales antediluvianos, mitos de otra especie. Nunca se había sentido tan fuera de lugar. Pero seguía teniendo su gran aliado, la lectura, para redibujar a aquellos mitos y convertirlos en ínfimos monstruos. «En cierto sentido, al tener una beca completa, me estaban pagando por hacer lo que más me gustaba, leer, y eso me hacía sentir que pertenecía a ese mundo. Socialmente, estaba claro que mi imagen no cuadraba y me sentía pueblerina, parroquial e indigna. Pero intelectualmente seguía sintiendo que aquél era mi lugar», comenta esta escritora y periodista.

Su colegio en Oxford, el Brasenose Collage, en el corazón de la universidad, era el mismo donde habían estudiado pocos años antes gente como David Cameron o Boris Johnson. Allí empezó a conocer muy bien a ese tipo de personas, gente carismática cuya confianza en sí mismo les confiere un aura de autosuficiencia y poder a veces abrumador y que parecen diseñados para liderar el país. Enseñados desde la cuna a sentir cieta superioridad moral, más pronto o más tarde enseñan su lado oscuro, la incapacidad de mirarse con sentido crítico y cuestionarse su propio comportamiento. «Conocí a muchos de estos jóvenes con apellidos compuestos que lo primero que me preguntaban era si había estudiado en Eton u otro colegio elitista. Veías en sus ojos el nivel de privilegios al que habían tenido acceso toda su vida. A veces resultaba dura», asegura Vaughan.

De allí pasó a estudiar periodismo y al salir del confort de Oxford saltó a trabajar a «The Guardian», donde estuvo más de una década como redactora de política, paseándose por el «lobby» de Westmister y viendo a todos esos niños con los que había estudiado empezar a tener un lugar preponderante en la política inglesa. Durante esa época cubrió escándalos como el de Boris Johnson con su amante Petronella Wyatt, y múltiples casos de abuso de poder y agresión sexual hasta el punto de bautizar el parlamento inglés como «sexmister». «Todos estos hombres niegan la necesidad de ser honestos con lo que hacen, como si fuera simplemente una parte de su vida privada y mienten por omisión hasta causar mucho más daño. Hay que saber leer muy bien entre líneas en el paramento inglés», señala la escritora.

Vaughan ha visto, entonces, el patrón que crea a los niños privilegiados en monstruos depredadores y de esta observación de toda una vida sale ahora «Anatomía de un escándalo» (Rocaeditorial), novela en que bucea en las alcantarillas del abuso de poder y la escandalosa tolerancia ante la agresión sexual. «La novela me vino a la cabeza en noveimbre de 2013, cuando asistí perpleja a un juicio por violación con un futbolista. La mujer estaba tan borracha cuando fue agredida que ni siquiera fue capaz de defenderse y esto servía de causa exculpatoria. En los juicios de violación al final acaba por ser una cuestión de él dijo, ella dijo, pero la sensación que era ella la juzgada era atroz», comenta Vaughan.

La novela la acabó en 2017, antes de que todo el escándalo alrededor de Harvey Weinstein explotara y se iniciase el movimiento #metoo, lo que ha convertido al libro en algo tna actual, del aquí y el ahora, que parece escrito al dictado de los tiempos. «Espero que todo esto abra un camino para un cambio y que ya nadie niegue el problema. Nunca me han agredido sexualmente, pero sí he sufrido circunstancias que me han hecho sentir muy incómoda. Espero que mis hijas no tengan que vivir por lo mismo», asegura la escritora.

La novela, un thriller psicológico y drama judicial, nos presenta a James Whitehouse, brazo derecho del primer ministro, al que una joven colaboradora, con la que tenía una aventura, le acusa de violación. A partir de allí veremos como ésto afecta a su mujer, que intentará aferrarse a su vieja vida, a la víctima, y a toda la sociedad en pleno. «Vivimos con una terrible doble moral a nivel sexual. Cuando gente como Catherine Deneuve critican el moviento #metoo están desviando la atención del problema. Nadie habla de que se acabe el flirteo, sino de que se acabe el abuso de poder», concluye.

Trump como catalizador del @metoo

Para Vaughan, que alguien que presume de acosar a mujeres y salir airoso, como hizo Trump una semana antes de las elecciones, y aún así saliese elegido presidente ante una mujer, fue la gota que colmó el vaso para ver que todo tenía que cambiar y que ya no se podía guardar silencio.

«Anatomía de un escándalo»

Sarah Vaughan

Roca editorial.

381 págs.,

19,90 eur.