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Andrés Vidal reivindica el género de aventuras en su última novela
Después de vender más de 100.000 ejemplares de sus dos primeras novelas, el autor Andrés Vidal se vio envuelto en un aura de misterio. Lo único que se sabía es que el nombre era un pseudónimo, pero ¿quién era realmente, acaso un escritor de prestigio?, ¿quién se escondía realmente detrás de ese nombre?, y ¿cuál era su secreto para atrapar así a sus lectores?
Con su tercer libro, «El mar de los hombres libres» (Planeta), el misterio está resuelto. Andrés Vidal es Màrius Mollà, un ingeniero industrial que ha recorrido medio mundo debido a su trabajo y que está enamorado de la magia de las historias bien explicadas. «Al principio , me escondí en un pseudónimo por timidez. No quería que se me juzgara como un ingeniero, quería que las novelas se defendieran por sí mismas, pero para poder comunicar mejor mis historias vi que necesitaba el contacto personal», asegura.
Vuelta al mundo
En su tercera novela, Vidal vuelve a los elementos característicos de su narrativa, pero esta vez con una marcada intención de reivindicar las novelas de aventuras clásicas como «La isla del tesoro» o «Robinson Crusoe». «Quería conseguir esa idea trepidante que dan los viajes y las narraciones en que el protagonista se ve transformado por sus múltiples peripecias», afirma Vidal.
El relato sigue la vida de Christophe Marchand, un joven de clase social baja en un pequeño pueblo del sur de Francia. La novela comienza con la revolución francesa. A partir de allí, Marchard se convertirá en soldado napoleónico, naufrago, corsario en el océano Índico, hasta volver a su ciudad de origen y devolver la vida a la pequeña tienda de galletas familiar. «Las épocas de revoluciones, como la que podría ser la actual, siempre me han interesado mucho. Napoleón decía que el peor sistema es cuando los hechos y las palabras no concuerdan y eso es lo que pasó entonces y lo que pasa ahora. Quería escribir una historia sobre un mundo que cambia y un personaje que cambia con él», asegura Vidal.
Ambición internacional
El proceso de documentación para la novela fue intenso, incluso viajó al pueblo que abre y cierra la novela, en el sur de Francia, donde Marchard se define como hombre. Incluso tuvo el asesoramiento de dos expertos en terminología marina para poder hablar con propiedad del mar. «Me gusta que los detalles armen la acción, y para eso necesito que sean correctos. La historia, entonces, coje entidad por sí misma», señala el escritor.
De momento, Vidal continuará con su trabajo como ingeniero, pero ya está inmerso en la composición de su cuarta novela, esta vez situada a principios del siglo XX y que recorrerá toda Europa. «Los escritores españoles hemos de quitarnos el miedo e ir con más ganas a conquistar el mercado internacional. Hay que tener alma emprendedora y ese es mi próximo objetivo», concluye.
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