Música

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Barcelona, dos ciudades

El Primavera Sound abre sus puertas a lo grande con el rock espiritual de Algiers, el lo-fi expansivo de Car Seat Headrest y el dreampop de Daughters

Los conciertos siempre encontraron a alguien interesado
Los conciertos siempre encontraron a alguien interesadolarazon

«¡Odio esa manía que tenéis de correr!», dice una chiquilla empujando a otra, que va sobre un monopatín y no se queja tanto. Persiguen a otra pareja, también sobre ruedas, incapaces de seguir el ritmo. «¡Venga!», gritan los otros chiquillos, burlándose de esas niñas. Éstas ríen, los pillarán, está claro, tarde o temprano. Están a escasos metros del Fórum, pero van en dirección contraria, sin importarles lo más mínimo la música que se oye a lo lejos, un humo confuso al que siguen abstraídos miles y miles de jóvenes, como si fuera el halo de la estrella que guía a Belén. Así se divide este fin de semana la ciudad, los que van al Primavera Sound y los que no, y hay tanta gente en el festival, una ciudad en sí misma, que parece que no pueda ocurrir nada más lejos de sus fronteras.

Son las cinco de la tarde, hace calor, y parece que todo siempre esté demasiado lejos. Para llegar al recinto hay que subir una pequeña ladera, y allí nadie corre, no pueden, hay demasiada gente. «¿Dónde está el Pitchfork?», pregunta una chica a unos amigos con carritos de bebé. Ellos se lo señalan y allí se dirige, pero no mira por donde va y atropella sin querer al bebé, que estaba en el suelo. Así son los festivales, bebé, es mejor que te acostumbres desde pequeño. Tranquilos, no se ha hecho daño, tampoco son así los festivales, pero lo cierto es que hay muchísima gente ya a primera hora.

Producto nacional

Para empezar, un poco de producto nacional. En el escenario Ray Ban, el post rock de Autumn Comets da el pego. No muy lejos, Nothing Places hacen de su art pop algo rutinario, que relaja, pero poco más. Al mismo tiempo, en el escenario de al lado, Alberto Montero, con un rock suave y abrazador, si existe esa palabra, logran aplausos espontáneos. Mientras, Mueran Humanos suenan como su nombre, amenazadores, con su tecno pop oscuro algo desfasado, pero consiguen lo que pretenden, entretener con una película de miedo.

Ya son las seis y empiezan los platos fuertes. Desde Atlanta llegan Algiers, grupo que parece como si Led Zepellin se hubiese tragado a Nina Simone. Su rock espiritual y espitoso a un tiempo dejan al público con la boca abierta. Hasta un hombre con la careta de Jon Nieve tiene la boca abierta. ¿Cómo se puede saber? Porque se le ha caído la careta. A unos metros más allá, Cass McCombs mantiene el nivel, aunque sin sorprender, lo que le quita puntos. El que los gana de sobras es Car Seat Headrest. Aparece un chico delgadito de negro con gafas a lo Elvis Costello y comienza con sutilidad y bajo susurros a cantar en plan lo-fi, pero entonces aparece el resto de la banda y el sonido empieza a crecer, a enrevesarse, y el lo-fi se hace expansivo y los aplausos son unánimes.

«Hola, somos Radiohead», bromea. Pocos saben quién son, pero eso da igual, ya han ganado dos mil fans en una tarde.

«¿Qué vemos ahora?», es la pregunta que más se repite a estas horas, junto al whatsup «¿Dónde estás?» Hay mucho que ver y una docena de escenarios donde verlo, todas las respuestas son correctas. Y que nadie piense que el público es homogéneo. Aquí hay jóvenes descamisados y viejos descamisados y hasta pelirrojos peludos descamisados. Hay japonesas abotonadas hasta la coronilla e inglesas lechosas llenas de pecas..

Hay jamaicanos con puros e italianos okupas con más cervezas que manos y alemanes que gritan y asustan porque parecen ladridos. También hay chilenos y un tailandés, que se ha perdido, buscaba el Shangri-la. Quizá lo ha encontrado y no se da cuenta. Doce años después del Fórum de las Culturas y por fin de ha conseguido su objetivo.

Los que parecen algo desplazados en el ecosistema eminentemente rockero del festival es el soul jazz de The James Hunter Six, maravillosos músicos, maravillosos vientos, pero aquí reyes de verbena. Los que entonan más son Beak>, el grupo krautrock paralelo de uno de Portishead. «No es esto fantástico», gritan y lo es.

A las ocho, el atardecer cae y el calor se relaja y es el mejor momento para el Dream pop y la sensualidad de Daughter, voces angelicales para ir muy lejos y escapar. En paralelo, Empress of, otra voz sublime con su tecno pop que va de Bjork a Kate Bush y siempre con efecto vigorizante. Aquí empezaba a oscurecer, pero las noches del Primavera son otra historia. «¿Dónde estás?», volvía a repetir el whatsup. Aquí, en el Shangri-la..