Crisis migratoria en Europa
Barcelona urge a la UE vías seguras para evitar que mueran más refugiados
La marcha europea por los desplazados recuerda que 2016 ya suma más de 400 fallecidos en el Egeo
La marcha europea por los desplazados recuerda que 2016 ya suma más de 400 fallecidos en el Egeo
La acción coordinada entre los países de la ruta de los Balcanes para dejar pasar a sólo 580 refugiados al día agrava, todavía más, su tremendo viaje por Europa. Esta medida, que el mismo secretario general de la ONU, Ban Ki Mun, denuncia que vulnera la Carta de las Naciones Unidas, llega después de que Austria haya decidido limitar a 80 el número diario de solicitudes de asilo y pone a Grecia en una situación todavía más difícil. En el país de Alexis Tsipras, hay 25.000 refugiados atrapados y cada día llegan entre 2.000 y 3.000 personas más. Como medida temporal, para poner orden a este caos, el gobierno griego ha pedido a las compañías de ferry que no vendan billetes a los refugiados que llegan a islas como Lesbos, la principal puerta de entrada a Europa para los miles de refugiados que huyen de la violencia.
Ante la aglomeración de demandantes de asilo, a la Unión Europea se le ha ocurrido preparar un programa de asistencia humanitaria como los que despliega en las zonas de conflicto. Pese a que desde enero han fallecido ya 400 personas en los 10 kilómetros de mar que separan la costa turca de la isla griega de Lesbos, Europa no se plantea abrir un corredor seguro por tierra que evitaría más muertes en el Egeo. En un intento de espabilar a la Unión Europea y al Gobierno de España, donde apenas han llegado unas decenas de refugiados desde que empezó esta crisis, 1.500 personas se sumaron ayer en Barcelona a la Marcha Europea por los refugiados para pedir «vías seguras». «Exigimos a la UE y al Gobierno que actúen para abrir vías seguras a los que buscan protección internacional», decía el manifiesto que se leyó durante la marcha, que partió de la sede de la Comisión Europea, en el número 90 del paseo de Gràcia y terminó ante la delegación del Gobierno, en la calle Mallorca.
La marcha, convocada por una decena de oenegés, estuvo encabezada por los socorristas de Pro Activa Open Arms, la ONG de Badalona que trata de salvar a refugiados que zarpan de Turquía a Lesbos en barcas precarias. Precisamente, llevaban a hombros una lancha de plástico que utilizaron 50 personas para hacer ese temerario viaje.
Dice Òscar Camps, «alma mater» de Pro Activa Open Arms, que «para que este mar sea una zona segura, la tierra debe de ser un infierno». Lo recuerda en el documental «To Kyma. Rescate en el mar Egeo», que relata el trabajo que hacen estos socorristas en Lesbos. Su codirectora, Arantza Díez, comprendió durante el rodaje lo que quería decir Òscar Camps. También se preguntaba qué empujaba a esa gente a jugarse la vida en el mar y descubrió relatos como el de Latifa, una niña de dos años y su padre de 37, Givara. Un día que Givara acompañó a su hija al médico, bombardearon su casa. Su mujer y sus otras dos hijas murieron. Aunque la travesía a Europa es deplorable –los traficantes turcos le han tirado el equipaje al mar porque ocupaba espacio en la barca–, Givara lamenta no haber huído antes porque su familia estaría viva.
Del panorama político, sólo se sumaron la alcaldesa Ada Colau y algún nombre de ERC e ICV que tratarán de trasladar al parlamento europeo los abusos y violaciones que sufren los desplazados. También que de los 160.000 refugiados que la UE se comprometió a reubicar hace meses, sólo ha reubicado 459. ««Refugiados sin refugio, vergüenza de Europa», clamaba una pancarta.
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