Teatro

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¿Cómo matar a un héroe?

El Lliure acoge «Medea», una síntesis de los textos de Séneca y Eurípides bajo la batuta de Lluís Pasqual

Emma Vilarasau es Medea en esta nueva aproximación al mítico personaje, una versión sintetizada y que une textos de Eurípides y de Séneca
Emma Vilarasau es Medea en esta nueva aproximación al mítico personaje, una versión sintetizada y que une textos de Eurípides y de Sénecalarazon

El Lliure acoge «Medea», una síntesis de los textos de Séneca y Eurípides bajo la batuta de Lluís Pasqual.

Para Medea, «más fuerte que el amor de los amantes, es su odio. Es incurable la herida que crea». Su ira contra su marido, Jasón, le llevará a matar a sus dos hijos, un acto que la convierte en un monstruo de atroces proporciones. «La muerte es la única agua para lavar esta suciedad», sentencia y aquí está la clave de su acto. Su afrenta es tan grande que sólo la muerte la puede mitigar, pero Medea sabe que no puede matar al propio Jasón. En realidad, Jasón no es un hombre, es un héroe, así que no puede matar al hombre, sólo puede matar al héroe.

Si Medea hubiese decidido vengarse matando a Jasón, lo único que hubiese conseguido es mitificar al héroe. Sin embargo, Medea, a pesar de que parezca que le mueva una ira irracional, sabe perfectamente lo que hace. Decide no matar al hombre, sino matar al héroe, dejarlo sin épica y cargarlo de culpa. Matando a sus hijos culpándole a él por su cruel abandono, Jasón deja de ser inocente del atroz crimen. Jasón no sólo llora por sus hijos, sino porque con ellos muere su ansiado destino y todo por lo que ha luchado en su vida.

Medea es así de cruel, pues acaba con sus hijos y con Jasón de un solo golpe. No hay más que ver las lecturas modernas del personaje, a la que incluso se le salva de sus acciones. Dante, por ejemplo, no lleva al infierno a la cruel Medea, sino al ahora insignificante Jasón. Su venganza se ha completado, a pesar de se a un precio tenebroso. «Es humano, todos ponemos nuestros intereses personales primero», dice Medea, «Mi amor portiera mayor quemi sabiduría», añade a su víctima original, Jasón.

Pero si juzgamos los hechos sin retórica psicológica, no hay mayor demonio que Medea. La madre detodas las pesadillas ama a su marido de tal forma, que sus hijos son representación de ese amor. Una vez traicionado, los niños sólo son ese espejo deformante que se ríe de ella y la destroza. Como manifestación del amor,son fruta muerta. Matarlos, para ella, no es más que una retórica. Y aquí volvemos a la culpa de Jasón. Pero, de nuevo, fuera de la retórica psicologista, no hay mayor demonio que Medea.

El Teatre Lliure acoge ahora una nueva adaptación del icónico personaje. Lluís Pasqual dirige a Emma Vilarasau en un montaje sintético, que en una hora fusiona las versiones de Eurípides y Séneca. La actriz siempre había encontrado al personaje «demasiado bestia» para atreverse a interpretarla, pero volver a coincidir después de muchos años con Pasqual le ha acabado de dar el valor. «Es un personaje inabarcable por lo que tiene de extranjera, del miedo que provoca lo desconocido. Tiene, por supuesto, una parte de monstruo, pero también es víctima de una situación injusta que la hace entrar en un desequilibrio en el que no sabes cómo actuará», afirmó ayer Vilarasau.

En un espacio basto y oscuro, sin a penas elementos escénicos, se sitúan los personajes, que van vestidos como si no hubiese un vestuario específico. En esta inmensidad y vacío a un tiempo, Creonte (Andreu Benito), Jasón (Roger Coma), el preceptor (Joan Sureda), Medea y sus dos niños interactúan en una obra trágica y devastadora. «Uno sólo hace “Medea” si tiene la actriz para interpretarla. Yo lo hice en los 70 con Núria Espert. Incluso guardo en mi despacho una gran foto de Núria caracterizada. Sin embargo, no me ha venido ningún flash de aquel montaje al preparar éste, y eso que suelo acordarme a la perfección de los montajes que he hecho», señaló Pasqual.

La obra cuenta con proyecciones de vídeo, que incluyen imágenes de las Medeas de Lars von Trier o Pasolini, y una intensa banda sonora con hitos como Jeff Buckley, Radiohead, Nirvana, Metallica o Purcell, y que incluye el canto de los niños, que mueren en el escenario. «Estamos tan acostumbrados a la muerte que ya no nos impacta ver la muerte de niños en escena», comentó el director del Lliure.

Esta «Medea» coincide con «Edip» en el Romea y otras cercanas como «Las troyanas». Este regreso a los clásicos, para Pasqual, tiene una explicación. «Estamos desesperados y desamparados y buscamos volver al origen. Todas las piezas son muy violentas. Necesitamos explicarnos esta violencia».