Literatura

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Cuando la culpa dibuja monstruos

Jeroen Olyslaegers escribe en «Voluntad» los estragos del colaboracionismo belga con los nazis

Jeroen Olyslaegers es una de las firmas literarias más reconocidas de Bélgia. Foto: Efe
Jeroen Olyslaegers es una de las firmas literarias más reconocidas de Bélgia. Foto: Efelarazon

Jeroen Olyslaegers escribe en «Voluntad» los estragos del colaboracionismo belga con los nazis.

En la Kruik Straat de Amberes, una pequeña calle al norte de la ciudad, vive el escritor belga Jeroen Olyslaegers. Cada día se acerca a su estudio y desde la ventana ve unos misteriosos edificils que el sol parece descubrir sus fantasmas escondidos. El peso de la historia no permite los secretos. Olyslaegers vive en el núymero 1 y en el 8 hay uno de esos apartamentos que demuestran el absurdo y la crueldad de cualquier guerra. Allí vivía una adinerada familia judía,hasta que en agosto de 1942 se vieron obligados a quitarse la vida. Según un informe policial de la época a la que Olyslaegers tuvo acceso, un policía colaboracionista nazi se presentó en el piso y al abrir la puerta vio como un hombre se abría el cuello con un cuchillo, cayendo sobre los cuerpos sin vida del resto de su familia.

Esta historia empezó a obsesionar a Olyslaegers, que cada día veía desde su estudio la ventana de aquella casa como si buesa una boca que gritase socorro. Un día, en una conversación telefónica con su madre, recordó que su abuela había trabajado como criada de una de esas ricas familias judías que cayeron en desgracia tras la invasión alemana. Lo que su madre le dijo a continuación, le heló la sangre: «Tu tía abuela se quedó a vivir en esa casa, porque se convirtió en amante de un oficial de las SS y se la cedieron».

No había otra opción, ahora era algo personal, tenía que escribir una novela que contuviese todo el drama que encerraba esa historia y que despertase del olvido cómo el colaboracionismo belga fue cómplice de las mayores barbaridades que uno puede imaginar. «Yo tenía un abuelo nacionalista flamenco que colaboró con los nazis y que no fue hasta el final de su vida que comprendió el horror que había posibilitado algunos de sus actos. La mayoría, sin embargo, nunca lo reconocieron y vivieron convencidos de los motivos de sus aberraciones», señala Olyslaegers.

Bajo estos mimbres, el autor escribió «“Voluntad» (Seix Barral en castellano y Ara Llibres en catalán), novela que de forma lírica nos presenta la historia de la ocupación alemana de Bélgica a partir de aquellos que decidieron colaborar con los nazis. «Como europeos, somos pacientes traumatizados del siglo XX. Quería huir de los clichés asociados a la II Guerra Mundial, donde hay una gran abundancia de imágenes en blanco y negro. Yo quería mostrarla en color, con todos los matices morales que desprendíeron aquellos años. Incluso en los años de mayor violencia, por ejemplo, Amberes seguía siendo un lugar donde había grandes ganas de vivir, donde se vivía y se celebraba todo hasta las últimas consecuencias», comenta.

Confesiones sin redención

La novela se integra a partir de una serie de cartas en las que Wilfried Wils, un anciano que ha perdido toda relación con su familia, recuerda sus años de juventud durante la Guerra Mundial en una Amberes ocupada por los alemanes en la que trabaja como auxiliar de policía. A partir de aquí, se irá despojando de todas sus caretas hasta que se descubra ante sí mismo como un auténtico monstruo capaz tanto de lo mejor como de lo peor en tiempos de confusión y horror. «Lo plantee como una carta de un bisabuelo que explica a su biznieto todo lo que ha vivido con la idea de hacerle entender la ambigüedad a¡moral que existía esos años y describir la culpabilidad que ha arrastrado todos estos años por su colaboracionismo».

La obsesión de Olyslaegers no era escribir una historia de buenos y malos, sino describir lo difícil que puede llegar a ser hacer lo correcto, de conseguir pasar a la práctica lo que la mayoría sólo tiene que saber en la teoría. «No quería ni un gran héroe ni un gran malo, porque a veces es una cuestión circunstancial la que determina quién es quién», dijo.