Teatro

Cataluña

El matrimonio no es cosa de risa, o sí

El matrimonio no es cosa de risa, o sí
El matrimonio no es cosa de risa, o sílarazon

La risa es un reflejo, un espasmo nervioso que rompe el rictus facial y saca fuera sonidos guturales contagiosos. A veces es un ja, otras es un ji y luego están los que hacen ju ju y es como si se ahogasen. Hay muchos tipos de risas, pero todos y cada uno de ellos son involuntarios o son una farsa y una vergüenza, algo que también provoca la risa. A veces ocurre en momentos inesperados, momentos dramáticos, sin humor. Los psiquiatras lo llaman histeria, pero es muy difícil hacer reír a los psiquiatras, sobre todo cuando tienen la pipa en la boca. Entonces, ¿hablar de las miserias de la vida de un matrimonio de 20 años puede ser divertido? Yo lo creo que sí.

El Teatre Tívoli acoge el montaje «Escenas de la vida conyugal», del cineasta y dramaturgo Ingmar Bergman. Lo hace con dos protagonistas de relumbrón, Ricardo Darín y Érica Rivas, y con la dirección de otra actriz prodigiosa, Norma Aleandro. «Es la historia de una pareja con la sucesión de momentos de sus 20 años de matrimonio. Es una especie de collage de momentos afectivos que el espectador completa con sus propias experiencias», asegura Darín, que regresa al Tívoli donde ya triunfó con «Arte».

La clave de la obra es su capacidad de atrapar al espectador e involucrarle en los problemas que plantea. «Bergman realizó con picardía una disección del matrimonio en el que el espectador podía ver desde fuera problemas similares a los suyos, que visto desde fuera podía relativizar, incluos reirse de ellos. Norma Alenadro, que ya había interpretado la pieza, ya nos advirtió que el público, a veces, se reía en los momentos más insospechados», señala Darín.

Con una puesta en escena sencilla, y unas interpretaciones que despiertan naturalidad y compasión, la obra desde luego no es una comedia, pero la gente se ríe. «Ocurre por identificación o rechazo. El conflicto, aunque trágico, toca al espectador y reacciona de esta manera. Desde luego, no abrazamos un espíritu festivo, y este es el genio de Bergman», recalca Darín.

El juego de la obra es que los actores interpretan a actores que representan la obra, un juego metateatral que ayuda a distanciarte del drama y en ese espacio de relajación es donde entra la risa. «Ricardo consigue que disfrutes en el escenario. Te invita a jugar y hace que el proceso sea fantástico. Es como esos niños que veías en el parque de pequeño y te decías, quiero jugar con él, es el más divertido», afirma Rivas.

El montaje, eso sí, no va a provocar más divorcios ni más matrimonios, pero sí hará reflexionar sobre su propia relación a los que la vean. ¿Tiene Ricardo Darín algún consejo para una mejor vida conyugal? «No, no se puede generalizar, todas las parejas son diferentes. Pero un amigo mío sí tenía una teoría que puede que sea cierta. Decía que cuando follamos podemos pensar cualquier cosa, pero cuando no, lo único que pensamos es en follar», afirma.