Arte, Cultura y Espectáculos
El París que hizo a Picasso
El Musée d'Orsay presenta en Barcelona obras de Cézanne, Degas y Tolouse-Lautrec
Sin París Picasso no habría sido Picasso y probablemente se habría quedado en pintor local con un indudable talento. Pero la ciudad del Sena lo cambió y le dio las alas que necesitaba para poder volar y convertirse en el fenómeno pictórico más importante del siglo pasado.
Sin París Picasso no habría sido Picasso y probablemente se habría quedado en pintor local con un indudable talento. Pero la ciudad del Sena lo cambió y le dio las alas que necesitaba para poder volar y convertirse en el fenómeno pictórico más importante del siglo pasado. Lo que vio y sintió el joven pintor malagueño cuando llegó a la capital francesa se constata en la exposición que puede verse estos días en el Museu Picasso de Barcelona gracias a una selección de tesoros artísticos del Musée d’Orsay de París. Y todo ello con pinturas y esculturas firmadas por autores de la talla de Cézanne, Degas, Gauguim Steinlen o toulouse-Lautrec, entre otros, además de aportaciones del Museu Nacional d'Art de Catalunya, del Musée Picasso de París o del mismísimo Museu Picasso.
Que la ciudad era el punto de encuentro cultural lo testifican las propias bromas del pintor, algunas rozando la mitificación como una postal dirigida a él por su amigo Guillaume Apollinaire con firmas de amigos como Vlamick o Matisse, así como otras imitadas de Victor Hugo, Claude Monet, Renoir o Puvis de Chavannes. Y es que Picasso estaba fascinado por los autores de aquel momento, como el escritor Émile Zola de quien podemos ver una pequeña caricatura picassiana.
La muestra establece un diálogo que sirve para ver cómo Picasso va asimilando todo aquello que ve en París. Un buen ejemplo es el óleo «Un niño enfermo» de Eugène Carrière, una composición intimista de 1893 con la maternidad como tema y que parece ser una de las fuentes de las que bebe el malagueño para «Desemparados», una obra maestra de la época azul.
Lo mismo podemos decir de un dibujo de Honoré Daumier, «Los emigrantes», un pintor que Picasso ya admiraba gracias a sus litografías, y que resulta influyente para su dibujo «Gentío» .
Decía el artista que «si hay algo que robar, lo robo». Viendo la exposición en el palacio de la calle Montcada parece evidente que en París jugó a eso. Como una esponja fue absorbiendo todo aquello que encontraba en las salas de los salones parisinos. Uno de los mayores impactos de ese periodo fue propiciado por su acceso directo a la pintura de Cézanne. Picasso le diría a su amigo Brassaï: «¡Si conozco a Cézanne! ¡Fue mi primer y único maestro». EnBarcelona tenemos la oportunidad de una naturaleza muerta procedente del Musée d'Orsay firmada por Cézanne y que habla de tú a tú con otro bodegón picassiano. Igualmente se presenta «Cinco bañistas», una pintura de Cézanne que fue propiedad de Pablo Ruiz Picasso.
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