El desafío independentista

El referéndum vuelve a dividir a Colau y el PSC

BComú se suma al frente soberanista y logra que el Ayuntamiento de Barcelona rechace una propuesta para respetar la Ley contra el 1-O

Plantón de la CUP en un homenaje a Miguel Ángel Blanco
Plantón de la CUP en un homenaje a Miguel Ángel Blancolarazon

BComú se suma al frente soberanista y logra que el Ayuntamiento de Barcelona rechace una propuesta para respetar la Ley contra el 1-O.

Para Hera, la todo poderosa diosa olímpica que protegía a los matrimonios, hubiera sido un reto enfrentarse al referéndum, que desde que Artur Mas le dio vida ha destrozado muchas familias. Católicas, como Unió y Convergència; progresistas, como los socialistas catalanes, incluso revolucionarias, como la pareja de hecho que forman Podemos y Podem. El referéndum remueve los sentimientos y enciende discusiones viscerales que hacen tambalear hasta los matrimonios más fuertes. Ahora está entretenido metiendo cizaña entre BComú y el PSC que gobiernan juntos en el Ayuntamiento de Barcelona. Ayer, comunes y socialistas votaron diferente una propuesta de Ciutadans que pedía respetar la Ley y el Tribunal Constitucional contra el referéndum del 1 de Octubre, además de proteger a los funcionarios y preservar el buen uso de los fondos públicos.

Aunque en su acuerdo de gobierno fijaron votar por separados todos los asuntos relacionados con el proceso soberanista es la segunda vez en un mes que este debate divide a estos socios. En el pleno de junio, votaron distinto una proposición del PP que exigía no proporcionar apoyos ni medios municipales el 1-O.

Aunque la ambigüedad con la que se mueven Ada Colau y los suyos a la hora de defender el referéndum provoca las críticas de todos sus adversarios, los comunes no deciden. Siguen apostando por la ambivalencia para no perder parroquianos. El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, alegaba ayer que rechazan la propuesta de Ciutadans para evitar «pronunciamientos preventivos respecto a cualquier ejercicio del derecho a la participación». Y defendía que «como gobierno responsable, tomaremos una decisión cuando haya la información necesaria». En un intento de blindarse contra las críticas, insistió en que «no nos encontraréis en actos de instrumentalización partidista».

El partido de Colau votó junto al frente soberanista, los neoconvergentes, ERC, el concejal demócrata y la CUP, donde se estrenó como concejal Eulàlia Reguant. Mientras que el PSC de Jaume Collboni lo hizo con el PP y Ciutadans. El segundo tenitene de alcalde expresó su respeto por la Ley y el Estado de Derecho, aunque matizó que «aquí empieza y acaba la coincidencia con el PP», en un intento de distinguirse de populares y ciudadanos.

Pese a sumarse al frente soberanista, su gobierno se postuló en contra de una proposición que iba a presentar el PDeCAT para pedir explícitamente al Ayuntamiento de Barcelona que ceda locales para votar el 1-O. Finalmente, los neoconvergentes retiraron la propuesta, aunque Xavier Trias aprovehó el debate para reiterar su oferta al gobierno municipal de corresponsabilizarse personalmente para que se pueda votar en Barcelona el próximo 1-O. «Cualquier decisión que tomen, no tengan miedo, estaremos a su lado para votar», se comprometió. Pero por ahora BComú no se decide. Tampoco tiene prisa porque como replicó Pisarello los alcaldes no deben firmar nada, como no lo hicieron en el proceso participativo del 9-N.

Y así pasan los días, el lunes Colau dice que está comprometida con el derecho a decidir y que el 1-O pondrá todas las facilidades para que esta movilización se produzca con el máximo éxito posible. Luego, le dice al PDeCAT que votará en contra de la proposición que pide explícitamente al gobierno que ceda locales para votar, y en el pleno se suma al frente soberanista y regaña al PP por ser responsable de la situación de bloqueo que vive a Cataluña.

Reclamó a los populares «sentiodo de Estado y de responsabilidad». Alberto Fernández insitió en que se cumpla la Ley y se alejen los fondos públicos de cualquier acto ilícito.