Drogas
Electrodos para frenar el deseo de consumir cocaína
Un tratamiento pionero, indoloro y sin necesidad de ingreso logra vencer la adicción
Un tratamiento pionero, indoloro y sin necesidad de ingreso logra vencer la adicción.
Cuenta Nacho Carretero en «Fariña» (editorial Libros del K.O.) que toda una generación, la nacida en los años 60 en la ría de Arousa, fue arrasada por la cocaína. Se la conoce con el nombre de «generación perdida», centenares de chavales que murieron o quedaron marcados por la onda expansiva de los cárteles y los clanes gallegos. Proyecto Hombre alerta de que por detrás del alcohol, la cocaína es la droga que más consumen las personas que atienden. Su consumo habitual provoca daños físicos y psicológicos. Puede causar trastornos como paranoias, depresión o esquizofrenia, pero también problemas en el sistema circulatorio y respiratorio. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, tras analizar las aguas residuales, dice que Barcelona es hoy la primera ciudad en consumo de cocaína por cápita. Y allí los doctores Antoni Gual, director científico de Newline y jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico, y Juan Ramon Sambola, médico especialista en psiquiatría y toxicomanías, han estrenado un tratamiento pionero en España basado en la estimulación magnética transcraneal para frenar el deseo de consumir cocaína.
Resulta que el consumo de cocaína altera el funcionamiento de la corteza frontal del cerebro y sobreestimula los circuitos de recompensa, un conjunto de mecanismos de la cabeza que provocan placer y satisfacción. Este tratamiento innovador consiste en colocar unas bobinas cerca del cráneo pero sin tocarlo para generar una estimulación eléctrica en el cerebro.
Concretamente, se suministra una corriente eléctrica en la zona de la corteza cerebral donde surge el deseo irresistible de querer consumir cocaína. «La intención es desactivar este impulso», cuenta el doctor Gual. El tratamiento es indoloro, no invasivo y ambulatorio. El paciente no necesita ingresar en ningún centro y puede seguir haciendo su vida normal, «esto es un plus, porque no hay que dar explicaciones en el trabajo, por ejemplo», dice. La primera semana el paciente va dos horas cada día a la clínica, una hora para tratarse con estimulación magnética y otra para terapia psicológica –la terapia psicológica es indispensable–. En las 11 semanas restantes del tratamiento, las sesiones se reducen a dos y una por semana.
Hace un mes y medio que el equipo médico ha puesto en marcha esta terapia en España y está contento. «Entre la segunda y cuarta sesión ya vemos cambios», asegura Gual. Por ahora, es un tratamiento privado y cuesta 300 euros por sesión. Pero hasta la fecha tampoco hay un fármaco que logre disminuir el consumo y la única terapia era psicológica. Se basaba en el control. No se actuaba sobre el deseo.
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