Literatura

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Josep Tarradellas y Jordi Pujol: Enemigos íntimos

Un libro recoge una serie de documentos inéditos en los que el presidente de la Generalitat en el exilio habla de sus discrepancias con quien acabaría sucediéndolo en el cargo

Encuentro en el destierro. Josep Tarradellas, entre Jordi Pujol y Josep Fornas, en Besiers, en 1970. La relación entre los dos políticos empezaba a ser especialmente mala
Encuentro en el destierro. Josep Tarradellas, entre Jordi Pujol y Josep Fornas, en Besiers, en 1970. La relación entre los dos políticos empezaba a ser especialmente malalarazon

Un libro recoge una serie de documentos inéditos en los que el presidente de la Generalitat en el exilio habla de sus discrepancias con quien acabaría sucediéndolo en el cargo

No es ningún secreto exponer que las relaciones entre Josep Tarradellas y Jordi Pujol no fueron buenas. Quienes fueron presidentes de la Generalitat no simpatizaron, como lo demuestran sus evidentes discrepancias. Pero nos faltaban los documentos que pudieran certificar la evidencia. Desde hace unos años, Edicions Dau está publicando los papeles personales de Tarradellas en una colección de la que ya se han publicado cuatro tomos. Los dos últimos, realizados por Carlos Santacana, bajo el cuidado de Ton Barnils y Montserrat Catalan, están centrados en los años del exilio. Es precisamente en el segundo de estos tomos, que fue presentado ayer por sus autores en Barcelona, donde podemos conocer algo más de los vínculos entre el hombre que defendió el legado de la Generalitat en el destierro y quien lo sucedió, ya en democracia, al frente de la histórica institución. Son apuntes personales y privados, a los que se les suma la correspondencia cruzada entre los dos políticos.

Vayamos a las notas personales de Tarradellas donde recogió de manera meticulosas sus encuentros, viajes e impresiones personales y políticas. Existe una entrada, del 6 de mayo de 1970, donde hay una interesante impresión sobre Pujol y que en aquel momento positiva, aunque con matices. Acababan de encontrarse en Narbona con el editor y político Josep Fornas, colaborador de Tarradellas en el exilio. «Fervorós patriota, bona persona, intel·ligent, ben assabentat del passat, etc., però molt influït per la gent que l’envolta i no es dóna compte que l’adulen i l’enganyen. Creu, per exemple, possible que es sigui franquista i a la vegada nacionalista català, etc.», escribe el presidente de la Generalitat en el exilio. Pese a todo, hay espacio, como apunta Tarradellas, para el entendimiento, aunque acaba resultando evidente «la seva manca experiència política». Eso no es un obstáculo, según estas notas, para que puedan encontrarse en el futuro vías de entendimiento entre las dos partes. Hay, como él dice, motivo para el optimismo. Curiosamente el documento también contiene un breve retrato sobre Marta Ferrusola, esposa Pujol, diciendo de ella que es «intel·ligent, té bon sentit, és moderada i ben educada. Això, encara que no ho sembli, crec que és molt important».

El mismo año, el 26 de julio, Jordi Pujol vuelve a surgir entre las notas personales de Tarradellas. La disparidad de opiniones es más evidente que nunca después de pasar unos días con él en París. «El resultat de les converses que hi vaig tenir és ben lamentable. Vàrem parlar extensament el dilluns a la tarda i després a la nit. És impossible anotar el que vàrem parlar, doncs es pot dir que no deixàrem al marge cap dels nostres problemes i anhels. El seu pensament és ben difícil de definir, doncs, si d’una banda tot dóna a pensar que té els mateixos sentiments nacionalistes de deu anys enrere, de l’altra es fa difícil comprendre els seus constants elogis a l’Opus Dei i als L. López Rodó, Porcioles i principalment a l’Andreu Ribera».

Ferrusola fue testigo de esta serie de entrevistas, tal y como se constata en las notas. En un momento de la conversación, la esposa de Pujol asegura que «això que li diu vostè és el mateix que jo i el seu pare li diem». «Vaig dir-li –dice Tarradellas–que, si era així, digués al seu sogre el meu pensament. Aleshores, Jordi Pujol, tot irritat, va dir: “No fotem, només faltaria això. Que el pare sabés el que pensa de mi el president”».

Todo fue mal en esa serie de diálogos porque «en fi, no comprenc ni el pensament ni el que es proposa en Jordi Pujol, ni el que realment és políticament». Incluso la despedida fue fría porque Pujol quiso que Tarradellas cediera su biblioteca y su valioso archivo a una fundación privada creada por el futuro presidente convergente y los suyos.

En las mismas página hay casi un aviso a navegantes de lo que vendría en el futuro: «D’ençà que en Jordi Pujol es considera un gran banquer sense segurament donar-se’n compte, les seves idees polítiques no tenen res a veure amb les de la seva joventut. Quan parla dels comunistes de casa nostra, diu que són diferents dels altres països perquè “els nostres”, a més a més, són “nacionalistes catalans”. Aquesta afirmació és infantil o és per amagar aquella convicció que té que es pot ésser “nacionalista català” i fer l’elogi del règim, com ell fa ben sovint!»

Incluso llega a recordar las palabras que en su día le dijo el historiador Jaume Vicens Vives, advirtiéndole que «malgrat que ho dissimulava molt bé, és un intolerant i un fanàtic. Fins ara no m’ho havia cregut, però, després del que ha passat en aquest seu darrer viatge, ho començo a creure».

A Tarradellas le disgustaba profundamente el Pujol metido en negocios, especialmente como banquero. De alguna manera, incluso parece que adivinó el futuro. «Les meves temences que Banca Catalana un dia tindrà una forta ensopegada són avui més convincents que mai si tinc en compte el que em va dir i el que sé! Voldria que el temps no em donés la raó en tot el que dic, però avui sóc francament pessimista per Catalunya. El trio Montserrat, Òmnium Cultural i Banca Catalana té un mateix pensament i facilita l’acció a tots els que voldrien ensorrar el país. El trist de tot això és que són tan babaus que es creuen el contrari».

En el volumen también podemos encontrar algunos ejemplos de la correspondencia mantenida entre los dos políticas, al igual que también hay cartas cruzadas con Josep Pla, el abad Aureli Escarré, Salvador Espriu, Pere Bosch i Gimpera o Frederic Rahola.

Gracias a estas cartas, por ejemplo podemos saber en 1973 Jordi Pujol donó a la Generalitat en el exilio 250.000 pesetas. Por su parte, a Tarradellas le preocupa en una de estas notas le papel de la burguesía catalana en los últimos años del franquismo, acusándola de moverse en «el més carrincló provincialismes que em recorda el temps, en un cert ordre de coses, d’en Planas i Casals».

Un informe confidencial

En noviembre de 1976, el entonces vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez, Alfonso Osorio, y Manuel Ontínez, hombre de confianza de Tarradellas, se reunían con el presidente de la Generalitat en el exilio en su domicilio francés de Saint-Martin-le-Beau. Posteriormente un militar, Andrés Cassinello Pérez entregó a Tarradellas una copia del informe resultante de aquella entrevista, una de las piezas claves en los primeros momentos de la historia de la transición política tras la muerte de Franco. De este documento de primer orden, inédito hasta la fecha, el mismo Tarradellas guardaba copia: «El ambiente y trato durante la reunión fueron muy amistosos, ofreciendo un almuerzo en su casa. Tono afectuoso, sencillo, directo». Osorio apuntó algunas de las frases que Tarradellas había pronunciado en aquel encuentro y retrata al político como alguien que cree que «Cataluña no debe ser “incordiante” en el conjunto político español, sino colaborar para resolver los problemas nacionales. Se considera un español más dispuesto a colaborar con el Gobierno en el poder para la orientación y solución de los problemas de la transición. Admira al presidente Suárez y a su equipo, que considera que no ha tenido ningún error importante. Es anticomunista profundo y de ello hace un principio fundamental. En la gran confusión política de la Cataluña actual, las llamadas “Asamblea” y “Consell” pueden darse prácticamente por liquidadas. solo queda como institución la Presidencia de la Generalidad».

A Osorio no se le escapa aconsejar que «el P. de la G. [President de la Generalitat] acatará los tres fundamentos del régimen futuro: Rey-Ejército-Unidad. Lo que también parece también evidente es que el destinatario de este informe era Adolfo Suárez.