Literatura

Nueva York

La Costa Brava de Pla

Un libro analiza la fascinación del escritor hacia la zona en la que vivió y escribió

Josep Pla, sentado, el segundo por la derecha, en una imagen veraniega en la playa del Canadell, 1915
Josep Pla, sentado, el segundo por la derecha, en una imagen veraniega en la playa del Canadell, 1915larazon

Barcelona- Hay autores que van asociados a un paisaje. Londres es Charles Dickens al igual que Paul Auster es Nueva York o Pérez Galdós es Madrid. En esta línea también entra Josep Pla relacionado para siempre con la comarca del Empordà, especialmente los paisajes alrededor de su Palafrugell natal. Algo de todo eso se percibe en un libro de reciente publicación, «Josep Pla i l'invent "Costa Brava"», de David Viñas, editado por A Contravent. El volumen, a partir de 250 puntos, combina dos líneas: la fascinación de Pla por la Costa Brava y la del autor del ensayo por el responsable de títulos como «El quadern gris» o «El carrer estret».

Dentro de la colección de guías de la editorial Destino, donde también verían la luz monografías de Carles Soldevila, Joan Fuster o Pío Baroja, Pla publicó en 1941 la suya dedicada a la Costa Brava y que a partir de 1976 formaría parte de la gran obra completa del escritor, concretamente dentro del volumen 30. En el texto, con vocación de dar consejos al viajero, el «homenot» por excelencia pone las bases de lo que piensa de la zona en la que le tocó vivir.

Pla lo analizó todo de la Costa Brava, desde el origen de su nombre hasta sus límites geográficos, sin olvidar otros aspectos relacionados con la vida cotidiana en la zona. Todo ello con una petición al lector, según él mismo escribe, y que era la de que el lector tomara la guía como «un esfuerzo para mantener unos valores de realidad que aún subsisten bajo esta voluminosa multitud humana y esta escenografía urbanística».

En sus textos, como recoge Viñas, el escritor no oculta sus críticas. Podría parecer que el encargo que le realizó Destino en 1941, en plena dictadura, obedecía a crear un libro turístico blanco, afín a los intereses del régimen franquista. Pero nada más lejos de la realidad. Pla, al igual que Fuster con su trabajo para Destino «El País Valenciano», opta por escribir a su manera, moviéndose a partir de las intuiciones de quien conoce la Costa Brava como la palma de su mano. Se aleja de la ortodoxia para construir un volumen de patriotismo crítico.

Hay también en Josep Pla un enamoramiento nada oculto del paisaje y un deseo de expresar ese deseo a amigos, conocidos y saludados. Un ejemplo: en el verano de 1921 acompañó al poeta y dramaturgo Josep Maria de Sagarra a una excursión por el litoral ampurdanés, visitando desde Palamós al golfo de Roses. Posteriormente Sagarra reconocería que ese hecho sería decisivo para que acabara siendo un incondicional de la Costa Brava. Es decir, como recuerda Viñas, la pasión con la que Pla hablaba de la región en la que vivió y trabajó toda su vida era «contagiosa, y esa misma seducción se percibe cuando, unos cuantos años más tarde, el guía decide escribir una guía».

Crítico con los tópicos, especialmente ante aquellos que hablaban de un ampurdanés «de vitrina», Pla también cuestiona a sus propios compatriotas. En este sentido, recordará en «Notes disperses» que a muchos catalanes les interesa Cataluña, «pero no creen. Les pasa exactamente lo contrario que con la religión y la otra vida: creen, pero no les interesa».

Ficha

«Josep Pla i l'invent "Costa Brava"»

David Viñas

A Contravent

256 páginas, 18,50 euros.