Arte, Cultura y Espectáculos

La larga historia de la coquetería

El Museo de Arqueología descubre la belleza en la antigüedad

Distintas obras de la muestra «Historias de tocador. Cosmética y belleza en la antigüedad»
Distintas obras de la muestra «Historias de tocador. Cosmética y belleza en la antigüedad»larazon

La belleza no es un atributo de los seres humanos, es una aspiración. Hombres y mujeres, vistos al raso, sólo son cuerpos de extrimidades largas, cabeza grande y una torpeza congénita. No hay gracia, ni amor, ni encanto natural, pero sí que existe, desde la antigüedad hasta nuestros días, esa aspiración de trascender, de convertir al ser humano en una criatura hermosa, casi inmortal. Lo han hecho los poetas, lo han hecho los artistas, los soñadores, los religiosos, pero sobre todo lo han hecho los cosméticos. En realidad, hay que dar muchas gracias a esa aspiración, la primera de todas. ¡Salve la coquetería!

Grandes peinados

El Museo de Arqueología de Cataluña presenta la exposición «Historias de tocador. Cosmética y belleza en la antigüedad», en la que traza un recorrido histórico por todas las estratagemas que ha utilizado el hombre para creerse más bello. Cosméticos, aceites perfumados, tintes, máscaras, postizos, pelucas, todas estas artificialidades eran tan utilizadas en la Antigua Grecia y Roma como lo son ahora. Un centenar de objetos, desde bustos romanos a peines de la época, sirven para sumergirse en los misterios de la belleza, esa aspiración que ha llegado a enloquecer incluso a reyes.

La exposición está dividida en cuatro apartados. El primero, titulado «El cuidado del cuerpo», nos lleva a las costumbres de higiene personal de la antigüedad. Por ejemplo, enseñan cómo los romanos solían hacer un baño completo cada nueve días. «El gusto por la belleza es una escenografía, una poesía que nos ha acompañado siempre. Queríamos descubrir sus antecedentes al público en general y hacerle reflexionar», comenta Teresa Carreras Rossell, comisaria de la exposición.

La muestra ha contado con cesiones de obras del Museo Marés y el Mnac, aunque han sido el Museo de la Peluquería Raffel Pages y el Museo del Perfume-Fundación Júlia Bonet de Andorra quien más piezas ha dejado. Precisamente éste último museo es el protagonista del siguiente apartado de la exposición, «Ungüentos y perfumes», que recoge el gusto por los buenos olores.

Los romanos sacaron de Egipto las técnicas para capturar aromas. La muestra incluye los frascos que mantenían los perfumes, tubos de ensayo de piedra que no tienen nada que envidiar a los envases modernos.

El tercer apartado está dedicado al cabello y los gustos y técnicas de los peinados de entonces. «La peluquería está poco reconocida, pero la imagen humana sólo tiene valor a partir de un peinado», afirma Pages, coleccionista obsesivo de temas del cabello, con más de 7.000 piezas desde el neolítico hasta la actualidad.

La muestra se cierra con «Últimos retoques. Maquillaje y joyería», en la que se incluye hasta un «piercing» cartaginés del año 43 antes de Cristo. En definitiva, un recorrido histórico que explica quiénes somos hoy día bajo una verdad incuestionable, somos coquetos gracias a Dios.