Cataluña

La moda del cabaret se expande

El teatro de variedades regresa con fuerza tanto en las salas como en las librerías

La moda del cabaret se expande
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BARCELONA- No hay tiempo para nada. El conejo blanco de «Alicia en el país de las maravillas» gritando «¡Me voy, me voy, qué tarde es!» podría ser la representación máxima de esta era. La aceleración es tanta que para captar el interés de cualquiera, lo que se precisa son estímulos directos e inmediatos que atrapen a la primera. Nada de grandes planteamientos y desarrollo minucioso, sólo bailes, canciones, piernas de escándalo y efectos circenses. Sí, el cabaret y el teatro de variedades vuelve a estar de moda y ha resurgido de la niebla. No es ni mucho menos una mala noticia. El tiempo es el que es, démosle entonces lo mejor de nosotros mismos.

Este otoño ha visto como Barcelona recuperaba el género con dos grandes espectáculos fijos, primero en el Teatro Principal y luego en el Club Astoria. Pero la manía por los números heterogéneos unidos en un único espectáculo hemogéneo se extiende por todas partes, desde el boom de los monólogos cómicos al renacimiento del circo. Y quien eche de menos sentarse con calma y dejarse atrapar por una gran historia, la novela siempre ha visto el «music hall» como un excelente escenario de historias.

De «Cabaret» a «Carnaval»

El clásico entre los clásicos, por supuesto, es «Historias de Berlín», de Christopher Isherwood, del que surgiría el musical «Cabaret», pero hay cientos de novelas centradas en el dionisíaco y misterioso mundo de las variedades. En «Abracadaver», el inglés Peter Lovesey daba una vuelta de tuerca al género en una curiosa historia de detectives en que el misterio reside en una serie de bromas macabras que está destrozando a los artistas de variedades londinenses, desde magos que atraviesan con la espada a sus azafatas, a forzudos a los que les muerde un bulldog, o hermanas trapecistas a quines les menguan los trapecios. La novela negra siempre se ha interesado por el mundo del teatro, pero nunca con tanta sorna y buen humor como en esta desternillante novela.

La mayoría de las veces estas historias se centran en un personaje, normalmente una actriz. El mejor ejemplo es «Carnaval», de Compton Mackenzie, escritor nacido en el seno de una familia de gente de teatro y que a principios de siglo XX fue referencia para Scott Fitzgerald, entre otros. Aquí sigue la historia de una niña que se convierte en bailarina y a partir de allí ira creciendo hasta convertirse en una actriz de campanillas. En Cataluña, Jordi Coca hizo lo propio con una de las estrellas reales del «music hall» barcelonés, Christa Leem, mito erótico y estrella caída en desgracia de aquel añorado Paralelo.

Historias de amor

Sarah Waters recuperó el sórdido mundo del «music hall» londinense en «El lustre de la perla» una historia de amor lésbico con espíritu dickensiano que es una auténtica maravilla y confirmó a Waters, con su primera novela, en una de las voces a seguir. Otra gran dama británica, Beryl Bainbridge, en «Una insólita aventura» también utilizó el teatro de variedades para una historia de amor a tres bandas en medio de una representación de «Peter Pan».

El teatro ha dado mucho de sí para los novelistas, como Somerset Maugham en «Julia» o Anthony Burguess en «Un hombre muerto en Deptford», rastreando la verdad tras la muerte del gran Christopher Marlowe, genio del teatro isabelino. También la novela de género, de la fantasía al terror ha querido pisar este terreno, como «El fantasma de la ópera», de Gaston Leroux, o «Mascarada», de Terry Pratchett. Por no hablar del circo, espacio que ha dado grandes obras maestras como la extraña y fascinante «Noche en el circo», de Angela Carter o la no menos misteriosa «El circo del Dr. Lao», de Charles G. Finney.