Cargando...

Pintura

La mujer olvidada del Modernismo

El Mnac acoge una retrospectiva de Lluïsa Vidal, artista pionera en poder vivir de su obra.

Vista de las obras "Flores del almendro"(i) y "Arreglando las flores", dos de las pinturas que exhibe el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC). larazon

El Mnac acoge una retrospectiva de Lluïsa Vidal, artista pionera en poder vivir de su obra.

Érase una vez una mujer que a finales del XIX decidió que la vida sólo responde a un grito, el talento, y lo demás es superfluo. A los once años ya era una elegante dibujante. Su padre no dudó en procurarle todo lo necesario para que aprendiese a dominar su talento. Y lo domó, aunque para ello renunciase a todo lo demás. Para ella no fue renuncia alguna. Gran observadora de la realidad que ocurría a su alrededor, se convirtió en una maestra retratista, sobre todo de mujeres, mujeres como ella, su madre, sus hermanas, sus familiares y amigos burgueses, y dejó para la historia una forma moderna de mirar a la mujer en su intimidad, siempre activa, siempre creativa, siempre sin esa condescendencia atávica del hombre pintando a la mujer.

Érase una vez una mujer, de nombre Lluïsa Vidal, que al morir en la epidemia de gripe española de 1918 se convirtió en la mujer olvidada del modernismo. Sus cuadros se encontraban en las mejores colecciones, pero su nombre no resonaba como otros, era demasiado femenino, y llegaron a firmar algunos de sus cuadros con nombres célebres como Ramon Casas, incluso Santiago Rusiñol para venderlos a mayor precio. Gran ilustradora, gran dibujante, mejor pintora, viajó a París sola para aprender a ser artista y su éxito fue rotundo. Al volver, se convirtió en la primera mujer que podía vivir exclusivamente de lo que vendía de su obra y esta libertad hizo que no necesitase pensar en nada más.

Érase una vez una mujer que necesitó cien años para que su nombre volviese a resonar con fuerza y que el grito de su talento volviese a oírse en todas partes. El Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac) acoge hasta el próximo enero la exposición «Lluïsa Vidal. Pintora del modernisme», una retrospectiva que incluye más de 70 obras e incluye una revisión de todas sus facetas, como pintora, dibujante e ilustradora. Amiga de Nonell, que le cedió su estudio al morir, y de Utrillo, nadie dudaba de su genio, pero nadie parecía creer necesario decirlo demasiado alto. «Siempre fue por libre ya que como mujer no era fácil pertenecer a ningún grupo. Apartó la idea de casarse y de la maternidad y convirtió su hobby en una profesión. En el 1898 ya tenía estudio propio. No iba a fiestas sociales, ni otras actividades públicas, sólo pintaba, incluso creó su propia academia», señaló ayer Consol Oltra, comisaria de la exposición.

La exposición incluye óleos como «Amas de casa», en la que se muestra una joven sonriendo, con la boca abierta, enseñando dientes, algo poco habitual en la época, mientras prepara la colada. O «Maternidad», con una madre dando el pecho a su hijo mientras su otra hja juega con una muñeca. El elemento anecdótico lo protagoniza «Mujer con labor», en la que se ve el intento de firmar el cuadro a Ramon Casas. Sólo los estudios preparatorios del cuadro encontrados en la casa de la artista pudo corregir el error. Lluïsa Vidal por fin ha recueprado su nombre.

Dónde: Museo Nacional de Arte de Cataluña.

Cuándo: hasta el 15 de enero.

Cuánto: 4 euros.