Cataluña
Lleno por vacaciones
Cataluña recibe más turistas en detrimento de Turquía, el norte de África y Francia. Las costas Brava y Daurada aplauden, Barcelona se psicoanaliza
Cataluña recibe más turistas en detrimento de Turquía, el norte de África y Francia. Las costas Brava y Daurada aplauden, Barcelona se psicoanaliza.
La fotografía tomada ayer de la playa de Torredembarra (Tarragona) atestada de gente bajo una alfombra de sombrillas multicolor da fe de la mejora de la ocupación turística en la Costa Daurada. La devaluación del rublo frente al euro, la crisis de Ucrania y la regresión de la economía rusa en 2015, acabó el año pasado con la gallina de los huevos de oro del turismo ruso en Cataluña, que se desplomó un 41 por ciento. La fiebre en las tiendas de lujo del Paseo de Gràcia de Barcelona por encontrar dependientes que hablaran la lengua de Tolstoi desapareció y destinos como la costa tarraconense cerraron un verano nefasto tras perder a la mitad del turismo llegado del Este que tantas alegrías había dado otros años.
Pero tras un verano de vacas flacas en la Costa Daurada, que los hoteleros llegaron a calificar como el peor de las dos últimas décadas, las previsiones para esta temporada son más optimistas. Además de recuperar entre un 10 y un 15 por ciento el turismo ruso, sobre todo, están entusiasmados con el turismo británico, que calculan que aumentará un 40 por ciento. El «Brexit» todavía no ha pasado factura, aunque «quedará por ver como afectará la devaluación de la moneda en los gastos que hagan los británicos», advierte el presidente de la asociación de hoteleros Salou-Cambril-La Pineda, Xavier Roig, que prevé una ocupación en agosto de entre el 90 y el 95 por ciento.
Los británicos y franceses han optado por la Costa Daurada en vez de destinos afectados por la inestabilidad política y la amenaza del terrorismo islamista como Turquía, Túnez, Egipto o el mismo sur de Francia.
La situación geopolítica de estos países también ha beneficiado a la Costa Brava, que prevé una ocupación del 96 por ciento en agosto. La Asociación Hotelera de la Costa Brava, que preside Martí Sabrià, confía además en que la recuperación económica de España dejará un mayor gasto del turismo nacional. Más ocio, más compras y más restaurantes.
Hasta mediados de septiembre, los hoteles de la Costa Brava tienen garantizada una buena ocupación. Sabrià cuenta que «cada vez hay más tendencia de guardar 4 o 5 días de vacaciones para septiembre o para hacer una escapada con la pareja o amigos».
En Lleida, la única provincia que no está bañada por el mar, también están contentos. Tienen oferta turística todo el año, pero este verano esperan aumentar las pernoctaciones un 6 por ciento.
Y mientras el sector turístico se frota las manos, Barcelona está inmersa en el debate sobre cómo controlar el alud de turistas que amenazan con echar a los vecinos de algunas zonas de la ciudad como Ciutat Vella o Gràcia, sobre todo, durante las fiestas. El gobierno de Ada Colau ha prohibido abrir más hoteles mientras da vueltas a cuál debe ser el modelo turístico. Su propuesta de permitir abrir hoteles sólo en los distritos más alejados del centro no convence. Tiene a los hoteleros en pie de guerra y ha visto como la afluencia masiva de turistas a las baterías antiaéreas del Turó de la Rovira, que ofrecen vistas panorámicas de la ciudad, la ha obligado a invertir 85.000 euros en Horta-Guinardó para ordenar el caos.
Como medidas parche ha prohibido los patinetes eléctricos y los segways en el frente marítimo, con el consecuente enojo del sector. También ha aumentado el número de agentes cívicos y de lavabos móviles en el centro.
Las manifestaciones de la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible persisten. Alertan de que actividades como la de los cruceros contaminan y no repercuten en beneficios para los vecinos. Pero sus actuaciones apenas se hacen eco en el sector. Barcelona es el cuarto puerto del mundo en llegada de cruceros. Este año, harán escala 750 barcos, los mismos que en 2015, aunque se espera que transporten un millón de cruceristas más. El Gremio de Hoteles de Barcelona espera un 6,3 por ciento más de huéspedes, pese a que el precio de las habitaciones ha subido.
Los manteros, que también viven del turismo, aprovechan para decir que el problema de Barcelona no son ellos sino el alud de turistas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar