Teatro
Lluís Homar da voz y poesía al drama de los refugiados
El Teatre Lliure acoge «La neta del senyor Linh», adaptación de la novela de Phillipe Claudel.
El Teatre Lliure acoge «La neta del senyor Linh», adaptación de la novela de Phillipe Claudel.
La figura del refugiado parece haberse convertido un arquetipo, una homogenización que puede servir para crear personajes fácilmente simbólicos en novelas, obras de teatro o películas, pero en sí mismo un horror que lo único que consigue es perder toda su razón de ser. Porque no existe, o no debería existir, los refugiados, sino que la individualidad debería seguir siempre impresa en su historia, porque el drama es siempre particular, único y es necesario comprenderlo y aceptar todas sus variantes para intentar poder corregir la gran injusticia con la que la sociedad contemporánea está respondiendo a su tragedia. Hay que repetirlo alto y claro, no hay refugiados, en plural, sino millones de ese refugiado que arrastra solo su dolor y fatalismo.
Aún así, hay quien insiste en trabajar con este arquetipo. El director belga Guy Cassiers, por ejemplo, acaba de dirigir «La néta del senyor Linh» una especie de «parábola» teatral sobre la acogida de un hombre refugiado en una comunidad reticente. Ayer cerraba con éxitos sus funciones en el Festival Temporada Alta y ahora llega al Teatre Lliure, del 13 al 30 de diciembre, con la excelente interpretación de Lluís Homar como aval.
La obra, basada en la novela homónima del escritor francés Philippe Claudel, explica la llegada de un hombre, huyendo de la guerra de su devastado país, a una comunidad que se verá incapaz de integrarlo. Desubicado, sin conocer la lengua, el hombre intentará por todos los medios llegar a una normalidad que le permita encauzar su vida a un relato común con su entorno, pero cuando todos demuestran lo poco que te quieren allí, cómo puedes explicarte a ti mismo tu pertenencia a ese lugar. «La obra es una manera de entender qué pasa cuando llega alguien a nuestra sociedad, qué responsabilidad tenemos y cómo podemos ayudar», asegura Cassiers.
El director se ha puesto en las manos de Homar para que no sólo interprete el texto, sino que con su instinto y habilidad cree todas las imágenes que ha de interiorizar el espectador. Para Cassiers, Homar es idóneo para esto por su bagaje e inteligencia, «Uno de los peligros del texto es contar una historia de refugiados cuando no se es refugiado», reconoce Cassiers, que sabe que esta disyuntiva, en manos de un actor inexperto, podría desvirtuar la historia.
Para ayudar al actor, la puesta en escena incluye pantallas, sonidos y música, haciendo que el público se olvide del arquetipo y sólo vea eso, a un refugiado.
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