Cataluña
Los grados universitarios crecen sin control ni coherencia
Desde que se llevara a cabo la reforma para sustituir los estudios de diplomatura, licenciatura, ingeniería y arquitectura por los grados y máster con el fin de generar una oferta general orientada a la preparación para el ejercicio de actividades de carácter profesional, que diera prioridad a la formación básica y generalista y no a la especialización del estudiante, la oferta de grados universitarios ha aumentado significativamente sin demasiada coherencia. Y ello ha sucedido además en un contexto de crisis y de continuos recortes en educación, lo cual resulta paradójico.
Esa es la principal conclusión del informe 'Grados universitarios ¿cuántos y cuáles? Análisis de la oferta de estudios de grado en las universidades' presentado ayer por el Observatorio del Sistema Universitario, el cual apunta un crecimiento de la oferta de grados de las universidades españolas del 19% desde que se completó su implantación en 2011-12, un incremento que en Cataluña es del 30%. Y es que en 2017-18 las universidades españolas ofrecieron 2.854 grados, de los cuales 2 131 fueron en universidades públicas y 724 en las privadas, lo que denota un crecimiento desigual.
Paralelamente, en este período han proliferado los nombres de estudios y títulos y, en este sentido, en octubre de 2017 constaban en el Registro de Universidades Centros y Títulos 560 nombres diferentes de grados, de los cuales los 20 nombres que más se repiten representan el 33% de la oferta -Derecho aparece 68 veces y ADE 66-, mientras que hay 345 nombres que aparecen una vez y suponen el 13% de la oferta.
En este contexto, se produce además una concentración de la oferta, de manera que las universidades privadas se centran principalmente en las Ciencias de la Salud y las Ciencias Sociales y Jurídicas y apenas ofrecen estudios de Ciencias y, por contra, hay 45 bloques que solo se ofrecen en universidades públicas, especialmente significativos son los 22 de Artes y Humanidades.
El informa ha analizado también los cambios surgidos a partir del paso del Catálogo de Títulos Universitarios Oficiales al Registro de Universidades, Centros y Títulos y el principal dato destacable es que se ha registrado un aumento del número de estudios que en las universidades públicas es del 2% y en las privadas, del 66%. Asimismo, la comparativa pone de relieve la proliferación de gran cantidad de grados múltiples, para pasar de los 307 de 2011-12 a los 734 de 2017-18 , de los cuales el 44% se ofertan en las universidades privadas.
Así pues, se ha registrado un aumento del número de nombres, que se han triplicado, sin embargo este incremento es diferente según las ramas de conocimiento: en Artes y Humanidades se ha pasado de los 20 a los 120 nombres, mientras que en Ciencias de la Salud se ha pasado de los 12 a los 21. Así pues, como señala Albert Corominas, coautor del informe, «grados que se refieren a la misma disciplina tienen nombres diferentes que además no son fácilmente entendibles».
Por comunidades autónomas, el crecimiento ha sido desigual. Así, mientras que La Rioja es donde se ha registrado un crecimiento más significativo (45%), por delante de Madrid (47%) y Cataluña (30%), donde la Universidad Pompeu Fabra ha a duplicado su oferta para ser la segunda pública de España, en Galicia la oferta ha disminuido en un 13%.
Ante este panorama, si bien Corominas asegura que «la oferta de grados cumple en general las funciones que ha de cumplir», lo cierto es que, como él mismo admite, «presenta algunos problemas». En este contexto, el diagnóstico del Observatorio es que «la oferta no es para nada inteligible, ya que los nombres de los grados frecuentemente no se entienden, así como tampoco sus objetivos y, por contra, es heterogénea en cuanto a amplitud temática, alcance de conocimientos y presumible vigencia temporal».
Por todo ello, desde el Observatorio se aconseja «revisar que todos los grados ofertados cumplan los objetivos establecidos en la reforma, que se concretan en una formación generalista, que prepare al estudiante para el ejercicio profesional y garantice empleabilidad a largo plazo». Asimismo, invita a «recurrir a la planificación entre universidades y entre universidades y administración para reducir el nombre de grados, así como a la supresión de los grados propios y a aclarar la relación entre la formación universitaria y la profesional y anima a repensar la oferta de grados múltiples. «La responsabilidad última para poner orden es de la administración autonómico», concluye.
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