Libros

Crítica de cine

Página 40

La Razón
La RazónLa Razón

Pasas las primeras 39 páginas de tu vida construyendo un personaje que va en busca de un autor. Un personaje preso entre cuatro paredes invisibles, incapaz de liberarse. Esclavo de una realidad limitante que ha construido experiencia tras experiencia. Un personaje lastrado por una historia incompleta. Una vida que es un thriller del que has sido un fiel espectador. Ha estado tan concentrado tratando de darle un sentido, creyéndose protagonista, que ha olvidado que esta es una película coral de la que casi no sabe nada. Nunca tuvo la perspectiva para entender quién es.

Llegas a la página 40 y tu personaje siente que tiene una conversación pendiente. Ante la posibilidad del final, le aterra que una parte de esa historia se pueda ir como un desconocido en el andén del metro. Es incapaz de soportar el juicio más severo e implacable, el de su propio relato. Falta esa conversación. Una conversación que no sabía que necesitaba tener y que ahora es su oxígeno. Un cambio de perspectiva revelador. Una mirada al pasado que le ayuda a redescubrir ese yo que siempre estuvo allí. De repente entiende que detrás de ese mantra perturbador, existe otra verdad a la luz de una nueva mirada. La mirada de la consciencia. El miedo, la ira y el reproche dejan paso a la aceptación y al empoderamiento. Mismo personaje y misma historia ante una nueva perspectiva.

Enfrentado con tal revelación solo tiene dos opciones. Seguir vistiendo el disfraz de siempre, de cínico, descreído, del chiste fácil; o ser vulnerable por vez primera. Una nota en la distancia que juega con la disonancia para crear una bella melodía. Una melodía imperfecta que lucha por encontrar su propia armonía. Al mirarse en el espejo le conmueve el alivio en su reflejo. Ahora se siente más ligero.