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Precampaña perpetua

Los partidos catalanes marcan posiciones tras el anuncio de Sánchez y salen a pedir el voto en un ambiente polarizado. El independentismo se manifiesta contra el juicio.

Precampaña perpetua
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Los partidos catalanes marcan posiciones tras el anuncio de Sánchez y salen a pedir el voto en un ambiente polarizado. El independentismo se manifiesta contra el juicio.

La política catalana, en convulsión permanente desde el año del «procés», se ha puesto en «modo precampaña» casi sin despeinarse. Ha sido escuchar la fecha del 28 de abril y reactivar una maquinaria electoral que en Cataluña actúa prácticamente por inercia. Ayer, los partidos políticos se pusieron manos a la obra en un santiamén y dibujaron varios actos a lo largo del territorio para descorchar una primavera que se prevé larga, con las generales después de Sant Jordi y las municipales para finales de mayo.

Cada uno, eso sí, buscó hacer lo que mejor sabe: el PSC cerró filas en torno a sus alcaldes; el independentismo exhibió músculo en la calle gracias a las entidades con una manifestacióncontra el juicio secundada también por los «comunes»; Ciudadanos visitó Amer, el pueblo natal de Puigdemont, para denunciar que Sánchez planea indultar a los líderes soberanistas; mientras que el PP ha optado estos días por centrarse en propuestas económicas y fiscales.

Los socialistas madrugaron para celebrar un Consejo Nacional en Barcelona al que acudió la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, un día después de haber aplaudido a Pedro Sánchez en La Moncloa. El líder del PSC, Miquel Iceta, fue el primero en hablar y mezcló su tradicional ironía con una dureza renovada para repartir críticas al independentismo y a las «tres derechas» en referencia a PP, Cs y Vox. «Cataluña ha sido derrotada en Waterloo», aseguró sobre la negativa del independentismo a permitir la tramitación de los presupuestos de Pedro Sánchez. Y acerca de los segundos, lanzó: «La derecha se ha inventado un gobierno Frankenstein, pero lo que quiere es esconder su intención de constituir un gobierno Francoenstein, que es lo que demostraron en la plaza de Oriente».

Dos críticas directas para denunciar lo que a su parecer son los «extremos» de la política y reivindicar la centralidad y el carácter «progresista» del socialismo. Es más, tanto Iceta como Batet –quien podría repetir como cabeza de cartel para las generales– pusieron especial énfasis en recordar, enumerar y reivindicar la «histórica» inversión que garantizaban los presupuestos para Cataluña.

Ciudadanos, por su parte, decidió celebrar un acto en la localidad de Amer que se desarrolló sin grandes incidentes pero con algunos abucheos. «Muchos pueblos de Cataluña están tomados por el separatismo ¿Os imagináis ser constitucionalista y vivir siempre así?» denunció Arrimadas a través de las redes.

El independentismo, antes de la manifestación de la tarde, se dividió (esta vez, sólo por el territorio) con dos actos y dos estilos tan distintos como la antigua Convergència y Esquerra. Quim Torra visitó localidad de Molló, donde presidió varios actos con motivo de la conmemoración del 80 aniversario de la retirada de las tropas republicanas y el final de la Guerra Civil e incluso recorrió a pie un tramo de esta ruta. Luego, fiel a su discurso con aroma de choque perpetuo, pidió «coraje, valentía y compromiso» a los independentistas y garantizó que llegará «hasta el final», asumiendo «todas las consecuencias» del mandato que afirma que tiene para «hacer República».

Esquerra, por su parte, reivindicó sus esencias independentistas y municipalistas en el acto «Ciudades republicanas, ciudades de progreso», donde el diputado Joan Tardà volvió a insistir en el diálogo para acabar pactando un referéndum y pidió una mesa «con los partidos españoles que tienen ganas de arreglar las cosas, no los que quieren prender fuego».

Por la tarde, todo el arco político soberanista –desde la Crida hasta los «comunes» pasando por la CUP, la propia ERC, el Pdecat y Junts per Catalunya– se agrupó bajo el manto de Òmnium y la Assemblea Nacional Catalana (ANC) en una manifestación con tintes de Diada –y autobuses fletados desde distintos puntos del territorio– que reunió a 200.000 personas en Barcelona (medio millón según la organización) bajo el lema «L'autodeterminació no es delicte». Estaban en primera fila Quim Torra, Elsa Artadi, Roger Torrent, Pere Aragonès y casi todo el Govern, entre otros.

El globo sonda, eso sí, lo había lanzado el secretario general de la Crida, Toni Morral, al pedir una lista única independentista que sume a los «comunes» para el 28-A. La campaña continúa.