Barcelona
Tradición catalana con los arroces como bandera
El Vell Sarrià apuesta por la cocina de toda la vida, con presencia del carbón y la leña, en un entorno que evoca la casa de payés
En los últimos años, en el mundo de la gastronomía se ha consolidado la tendencia a innovar, crear e investigar nuevas posibilidades en los fogones, pero en este contexto aún hay quien apuesta por la cocina tradicional, la de toda la vida, y de ello es un buen ejemplo el restaurante Vell Sarrià. Hace 36 años José María Florensa inauguró este restaurante para ofrecer a sus comensales una cocina catalana casera, la misma que se sirve a día de hoy para recordar a los clientes los sabores y recetas tradicionales.
«Aquí no van a encontrar platos del nuevo concepto de cocina», advierte Georgina Florensa, hija del propietario y quien regenta ahora el restaurante, para señalar que «en vez de ir hacia la nueva forma de presentar la cocina, nosotros nos hemos quedado igual que empezamos, con esa cocina de ama de casa; incluso algunos platos se mantienen».
Y es que como destaca Georgina «es verdad que la gente va hacia adelante, prueba nuevas cosas, pero de vez en cuanto también necesita encontrarse con un plato tradicional, como los guisantes con sepia». «El interés por esta cocina existe», asegura.
Con los arroces como especialidad o «bandera», como diría Georgina, del cual ofrece una decena de variedades, la carta del Vell Sarrià abarca desde entrantes variados para compartir, hasta carnes y pescados elaborados de la forma tradicional. Así, la leña y el carbón son dos elementos claves en la cocina de este establecimiento, tanto en lo que se refiere a la preparación del arroz, como de las carnes y en este sentido, Georgina señala que «la idea es que el arroz se acerque lo máximo posible al que harías en el campo».
Y si el concepto y la oferta gastronómica de este restaurante ha permanecido inalterable durante sus 36 años de vida, lo mismo sucede con el espacio. El Vell Sarrià continúa siendo un restaurante con un aire rústico, como si se tratara de una casa de payés de las afueras de Barcelona, con una chimenea y vigas de madera en el techo y una decoración con elementos adquiridos en el rastro, como una sopera, un calienta camas o unos candelabros suspendidos en la pared.
Aunque a decir verdad, el establecimiento, que se estructura en tres espacios, uno en la planta baja, otro en un primer piso y la terraza, sufrió en 2013 una alteración a destacar. Y es que, ante la necesidad o voluntad de ofrecer a los clientes una cocina más informal y asequible, en 2013 se decidió destinar parte del espacio original de la planta baja a acoger un snack-frankfurt, el Petit del Vell.
«Es una manera de atraer a un nuevo perfil de cliente, que puede ser en un futuro comensal del Vell Sarrià, y ampliar el abanico del bolsillo», explica Georgina, quien comenta que, pese a que en el restaurante madre sólo se puede comer a la carta, en este establecimiento, en el que no hay mesas sino una barra con taburetes, sí que «se ha hecho un plato del día, al margen de la típica hamburguesa, frankfurt o los entrantes, que aquí presentamos en forma de tapas, y suele ser merluza de primera calidad». Los vecinos valoran mucho el restaurante.
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