Literatura

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Un hombre enamorado se confiesa

El Teatre Romea acoge el monólogo “Señora de rojo sobre fondo gris” de Miguel Delibes

GRAFCAT6256. BARCELONA (ESPAÑA), 26/03/2019.- El actor José Sacristán, que mañana debutará en el teatro Romea con "Señora de rojo sobre fondo gris", adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes, posa para los medios gráficos antes de la rueda de prensa en la que ha afirmado que después de ponerse en la piel del protagonista, Nicolás, "va a ser muy difícil dejar un hueco para otros personajes". EFE/Enric Fontcuberta
GRAFCAT6256. BARCELONA (ESPAÑA), 26/03/2019.- El actor José Sacristán, que mañana debutará en el teatro Romea con "Señora de rojo sobre fondo gris", adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes, posa para los medios gráficos antes de la rueda de prensa en la que ha afirmado que después de ponerse en la piel del protagonista, Nicolás, "va a ser muy difícil dejar un hueco para otros personajes". EFE/Enric Fontcubertalarazon

El Teatre Romea acoge el monólogo “Señora de rojo sobre fondo gris” de Miguel Delibes

Miguel Delibes era un hombre enamorado. Etimológicamente, esto significa que vivía en el amor, en ese espacio lleno de significado donde uno sólo se reconoce en los ojos del otro. Su mujer, Ángeles de Castro, fue una persona vital en la construcción del Delibes escritor, lo que es lo mismo que decir que fue fundamental en la construcción del Delibes persona. Porque podría discutirse que Ángeles de Castro fue todavía más Delibes que el propio escritor. En 1946, cuando publicó “La sombra del ciprés es alargada”, fue ella la que dio vida y potencia a la ambición de su marido, que acabaría por ganar el Premio Nadal con su primera novela. Cuando alguien miraba a Delibes a los ojos, uno podía distinguir la mirada de Ángeles en él, pues el escritor siempre fue un hombre en el amor.

En 1974, con sólo 48 años, Ángeles moría de un derrame cerebral, dejando al escritor abatido y sin norte. La depresión lo dejó enclaustrado durante unos años confusos, en los que vivía sin saber dónde se encontraba realmente. Cuando uno vive enamorado, o sea en el amor, y éste se pierde, ya no existe lugar, ni soporte, ni realidad que te explique quién eres tú, ni qué es lo que haces aquí. El derrumbe es total pues es como experimentar la propia muerte, un imposible que el cerebro y el corazón no puede comprender. Cuesta recuperar la dirección, la verdad de una vida propia. Muchos no lo logran. Delibes no tuvo más remedio, pero siempre quiso guardar ese último honor para inmortalizar su amor en página. La realidad no existe para un escritor si no se escribe. Los escritores realistas ansían anclarse en la realidad. Los escritores fantásticos no lo necesitan. Delibes siempre fue un realista, así que necesitó escribir de nuevo sobre su mujer para que esta permaneciera para siempre junto a él. Quería que nadie pudiese hablar de Delibes sin referirse a Ángeles, pues así debía ser. Tardó 17 años, pero lo consiguió, y en 1991 publicaba “Señora de rojo con fondo gris”, monólogo en que un veterano pintor hace recuento de su vida junto a su amada esposa. La novela es capaz de conmover hasta las piedras y convierte a todo aquel que se burle del amor en un asno pintado de verde que sólo grita “¡Buho, buho!” pues es tan estúpido que no sabe decir nada más. “Yo siempre tuve el deseo de dejar un esbozo suyo, aunque fuera en unos pocos folios. Lo otro me parecía una ingratitud. Pero la verdad es que hasta este momento no he tenido la fuerza suficiente para encararme con los hechos y reconstruirlos de una manera mas o menos novelada”, recordaba el célebre escritor pocos días después de la aparición de la novela.

El actor José Sacristán presenta ahora en el Romea la adaptación teatral de “Señora de rojo sobre fondo gris”, monólogo que el propio Delibes quería llevar al teatro poco antes de morir, cuando ya había perdido la vergüenza de ver en escena su propia historia de amor. Tanto el actor como el director de la obra José Sámano fueron buenos amigos del escritor vallisoletano y han conseguido formar una conmovedora versión de esta historia en la que Sacristán es el pintor que rememora su vida junto a su mujer, recientemente fallecida. “Va a ser difícil dejar un hueco para otros personajes”, sentenció ayer Sacristán, para quien este personaje colma una carrera de 60 años sobre los escenarios. “No es tanto señalar las virtudes de una mujer, que murió a los 48 años de una enfermedad que acabó con ella de forma rápida, sino la mirada de amor que hay hacia esa mujer”, recordó ayer.

La obra, que se podrá ver hasta mayo, sirve también para dar una vista atrás hacia la historia convulsa de la España del siglo XX. “El gran disfrute de la obra es que con ella me viene todo lo que yo había hablado con Miguel, todo huele a ese tiempo de posguerra”. La obra abarca de los años 40 hasta mediados de los 70, con “una mirada sobre la España de 1975, del verano al otoño de ese año, un momento en el que a Delibes le dieron la noticia de la detención de su hija y su yerno por sus actividades políticas, y decía que se veía a sí mismo como un cobarde”, sentenció Sacristán.