Teatro
Una obra de arte desconocida
El TNC acoge el drama «Sol Solet», de Àngel Guimerà, una pieza silenciada durante 100 años que ahora regresa con fuerza
El TNC acoge el drama «Sol Solet», de Àngel Guimerà, una pieza silenciada durante 100 años que ahora regresa con fuerza.
Isidro Ayala, médico de familia, corría por la encharcada calle Canales aguantando con su mano izquierda sus pantalones sin elástico ni cinturón. Era el médico más joven de toda Santa Cruz de Tenerife e intentaba cubrir con celeridad su inexperiencia «¡Donde va, doctor, tan aprisa, a ver si se va a caer!», exclamó al verle el panadero. Ayala se giró, se desequilibró entonces, y acabó con el rostro en el barro. «Lo ve, se lo dije», añadió el panadero y el pobre médico soñó que aquel hombre tenía la polio y su vida estaba en sus manos.
Lamentablemente, no tenía tiempo de recrearse en odios y fantasías, y siguió corriendo calle abajo, ahora cojeando, hasta que llegó al número diez, donde en la puerta le esperaba Margarita Jorge Castellano, una mujer de carácter, de ojos oscuros y rostro impaciente. «¡Qué hace jugando en el barro, rápido, rápido!», dijo al verle. Le cogió del brazo y lo llevó corriendo a la habitación del niño, que desde hacía días convalecía con fiebre.
Cuando entraron, vieron al padre del niño de espaldas, sentado junto a la cama, mientras cantaba una bonita canción al pequeño: «Sol solet, vinem a veure, vinem a veure, sol solet, vinem a veure que tinc fred». Al oírlo, la mujer se puso furiosa. «Quieres callarte, Agustín, vas a convertir a tu hijo en un débil de carácter con tanta cancioncita», le dijo. El hombre calló, pero su bigote se erizó de repente como con ganas de apuñalar a alguien. «Dígale, doctor, que las canciones no debilitan, sino que enaltecen», dijo el hombre, apartándose.
Al acabar, miró a los padres con una sonrisa y los tranquilizó. «Bueno, Ángel Guimerà, eres todo un soldadito. No parece más que un mal resfriado. Que haga reposo en cama, que beba mucho líquido y pronto se encontrará mejor». Los padres se abrazaron. «Ángel, mi Ángel, mi niño», lloró la madre abranzándolo, «por qué nos haces sufrir sin motivo», insisitó. El niño cambió el gesto al oírla y la miró amenazante. Empezó a cantar con todas sus fuerzas, «Sol solet, vinem a veure, vinem a veure...», enrojecido, enaltecido y con tos.
Su madre arrugó el ceño, odió al padre, y se llevó al médico de allí. Lo despidió en la puerta agradeciéndole las molestias. «Es un buen chico, no crea», le dijo antes de dejarlo marchar. «No tengo ninguna duda», contestó el médico, «quiéralo mucho, y cántele, lo agradecerá él y lo agradecerá usted», dijo y se marchó silbando aquel «Sol solet» que le había llegado al alma.
La directora Carlota Subirós, después de «Maria Rosa», vuelve a bucear en el inagotable fondo del dramaturgo Àngel Guimerà con «Sol solet», una obra que inexplicablemente permanecía lejos de los escenarios desde su estreno y que ahora regresa en un espectacular montaje que refuerza la idea de que nos encontramos ante una «obra maestra desconocida»
A partir del 9 de marzo, el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) acogerá el estreno de una obra que indaga en los sentimientos de desamparo y dolor a partir de un triángulo amoroso de nefastas repercusiones. «Es un texto redondo y potente que habla de soledad, de pasiones mal resueltas y de un tipo de deseo que engendra violencia», dice la directora.
El reparto lo componen Javier Beltran, Mercè Aránega, Laura Aubert, Roger Casamajor, Laia Duran, Oriol genís, Antònia Jaume y Ramon Pujol, en una pieza con seis actores y dos personajes simbólicos que interpretan a la luz y la sombra. La puesta en escena, por ejemplo, cuenta con un gran foco como eje central que enfatiza lo que ve y puede ver el público. «A pesar de la ingenuidad infantil del título, es una obra muy oscura y queríamos jugar con esto a través de un juego con la luz», comenta Subirós.
El director artístico del TNC, Xavier Albertí, sigue así en su empeño en ampliar el gran canon del mejor teatro catalán. «Hay muchas obras maestras de Guimerà que es necesario recuperar, pero lo de “Sol Solet” clamaba al cielo», dice, añadiendo que la culpa de su olvido fue su moderna visión de los personajes femeninos, algo a lo que la sociedad de la época no estaba preparada. Esperemos que ahora sí lo esté.
En busca del amor de madre
La figura que sirve de catalización del montaje es la de la madre, interpretada aquí por Mercè Arànega. El propio título de la obra, que hace referencia a la canción infantil catalana, busca colocar al espectador directamente en esa búsqueda de amparo. «Desarrolla un problema social: el del hombre abandonado que busca amparo», diría en su tiempo el propio dramaturgo.
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