Alicante

Alicante, cuando todo vale

Alicante, cuando todo vale
Alicante, cuando todo valelarazon

Alicante. Cuarta de la Feria de Hogueras. Se lidiaron toros de Zalduendo, bien presentados, justos de fuerza pero nobles y manejables. Más de media entrada.

Juan José Padilla, de canela y oro, estocada entera, aviso (oreja); estocada casi entera (oreja con petición de la segunda).

El Fandi, de coral y oro, pinchazo, estocada entera, aviso (oreja); estocada entera, dos avisos (oreja).

Alejandro Talavante, de lila y oro, media estocada, aviso (oreja); estocada entera (oreja).

No quiso el público que nada le estropease la fiesta –que ya el día a día está bastante crudo– y en el cuarto festejo del abono de Hogueras lo celebró absolutamente todo.

La primera ovación de la tarde fue para Cano, a quien se tributó el enésimo homenaje por su longevidad y dedicación profesional y al que Padilla brindó una faena. Luego aplaudieron cuando el primer toro derribó estrepitosamente a caballo y picador; cuando, tras no poco esfuerzo, auparon de nuevo al jaco; al banderillear Padilla y no digamos en el turno de El Fandi; al recibir la «Bellea del Foc» el brindis de los toreros; estocadas bajas, traseras o caídas... todo valía y todo se daba por bueno. Y todo tuvo premio. Lo importante era pasarlo bien y no entrar en detalles o pararse a entrar a analizar lo que hacían toros y toreros.

Toros –de Zalduendo, bien presentados, flojos y blanditos, pero nobles y manejables, sin grandes problemas y mucha bondad– y toreros que dieron mucha marcha, que era de lo que se trataba.

Lo cierto es que Padilla se asomó al balcón de verdad al banderillear a su primero, exponiendo y arriesgando sin grandes alharacas. No calibró bien la fuerza de su oponente, al que atacó muy de salida hasta conseguir tirarlo, acompasándose más poco a poco en un trasteo con muchos altibajos que acabó de cara al tendido.

También el cuarto tiró a tierra al picador y su montura, poniendo Padilla una velocidad más en todo lo que hizo aunque le jalearon hasta los muchos enganchones y abundantes trapazos que hubo en su muleteo, atropellado y sin ningún orden, saliendo trompicado al entrar a matar.

El Fandi tiró de repertorio con el capote y banderilleó a su primero a cabeza pasada y con su habitual y característico derroche de facultades físicas, dejando al toro hecho fosfatina para una faena tan extensa como liviana y en la que los efectos especiales fueron el principal argumento.

Tuvo más problemas al banderillear al quinto, más parado y que, sin querer pelea, se rajó pronto. El granadino tuvo que bregar no poco para calentar el ambiente en otro trasteo interminable, perdonándole el palco el tercer aviso.

Mucho más templado y serio se mostró Alejandro Talavante, que se lució en los delantales de recibo al tercero y en el quite de frente por detrás con que quitó. El astado fue noble y repetidor y en sus manos sirvió para ofrecer una muestra más de su peculiar quehacer, de planta fija, mucha cercanía, temple y sus adornos finales marca de la casa.

Se estiró al veroniquear al sexto, al que llevó a los medios para dejar otra faena en la que se fue templando paulatinamente y en la que estuvo muy por encima de un astado que se apagó antes.