Londres
Cuando el inversor privado no llega
El Consell gestionará la Línea 2 del Tram dos años después de su finalización
La Generalitat asumirá la gestión de la Línea 2 del Tram de Alicante. No ha habido empresa privada alguna que quiera hacerse cargo de su explotación, a pesar de los reiterados intentos de la Conselleria de Infraestructuras, que sacó a licitación las condiciones de contrato en diciembre de 2010. La crisis ya era una palabra cotidiana y la Generalitat comenzaba a intentar reducir gastos. Buscaba en la iniciativa privada una salida para gestionar eficientemente recursos públicos.
En enero de 2012 la Generalitat, a través de la Agencia Valenciana de Movilidad, renunció a la adjudicación del contrato por falta de fondos. Se abrió un nuevo concurso con la idea de configurar una empresa mixta. Tampoco tuvo éxito.
Así, más de dos años después de la finalización de las obras, la Generalitat no ha encontrado otra alternativa y ha decidido asumir la gestión dentro de la red de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV).
En este tiempo, la Conselleria de Infraestructuras ha renegociado varios contratos y ha dado prioridad al del suministro de material móvil, por lo que puede hacerse cargo de su puesta en marcha. La titular de este Departamento, Isabel Bonig, aseguró esta semana que la Línea 2 del Tram de Alicante comenzará a dar servicio a finales de agosto. Las pruebas se iniciarán pasadas las fiestas de las Hogueras.
Intentos fallidos
El sector de infraestructuras no ha sido ajeno a las fórmulas de colaboración público-privadas. Las arcas vacías propiciaron la ampliación de este concepto. En otras muchas ciudades de España ya se había elegido esta fórmula para operar líneas de metro. El tranvía de Parla (Madrid), el Trammet de Barcelona, el metro de Sevilla o incluso el famoso «tubo» de Londres están gestionadas por empresas privadas.
La Generalitat ofrecía, con diferentes condiciones, la Línea 2 del Tram de Alicante y la de la red de metro Valencia. Sin embargo, las dificultades financieras de las empresas constructoras, añadido a los impagos de la Administración, hicieron que las empresas recelasen y huyesen de la puja.
La de Valencia ha tenido peor suerte. El hecho de que queden todavía 150 millones por invertir en la finalización de la obra ha hecho que aún sea más difícil buscar empresas, que no solo estén dispuestas a explotar el servicio, sino también a acabar su construcción.
Esta línea, que va desde la calle Alicante hasta la avenida de los Hermanos Maristas, acerca el metro a la zona de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, permanece paralizada y sin fecha prevista para retomar los trabajos.
En 2009 se sacó el primer pliego de condiciones para su explotación privada. Los empresarios no vieron claro el negocio. La inversión superaba los 200 millones. Debía comprar los metros y tranvía y explotarla durante 15 años.
De forma directa tenía que destinar más de 120 millones y también debía pagarle un canon a la Generalitat por explotar un servicio público. La empresa se quedaba con el dinero del billete- que debía ser el mismo que el del resto de líneas-, una subvención pública y con los beneficios de los bajos comerciales. Al final de la concesión, la Generalitat compraría los vagones.
La propuesta no convenció en 2010 y en 2013 ni siquiera se habla de ella. Este ramal de la línea de T-2 de Valencia tendrá que esperar a épocas (mucho) mejores.
Soltar lastre
La Generalitat necesita aligerar su carga. No todo está en venta, pero de todo se puede hablar. Sobre la mesa están el célebre aeropuerto de Castellón, la Ciudad de las Artes, la Ciudad de la Luz y la VIU (la Universidad Internacional Valenciana). El Consell ha creado una comisión ad hoc para controlar su venta o su externalización. Su misión es conseguir no solo el mejor precio posible, sino también garantizar que se mantiene el fin para el que fueron creadas.
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