Gastronomía

Dulce penitencia, edición limitada

Dulce penitencia, edición limitada
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Nacidos hace la «torta» de años, los dulces tradicionales caminan decididos, inapelablemente a ser los protagonistas, un año más, de la temporada pascuera. Pastelería tradicional en estado puro.

El adjetivo emocional vive su momento de gloria en el léxico goloso durante la Pascua. Monas, panquemados, tortas, se convierten en palabras clave que se añaden a ese componente de afectividad. No se paga con dinero. Hambre espiritual. Siempre hay mucho que aprender de las tradiciones.

Los dulces ganan, y muchos, en las distancias cortas. «Malditos escaparates». Entrar y conocerlos es rendirse a sus pies cuando ponen en marcha sus armas de seducción más potentes. Vicente García ( Avda. Antiguo Reino de Valencia, 17). Detrás de los escaparates no solo hay dulces, sino un universo de sensaciones.

El nivel del compromiso de los clientes es máximo. Auténticos fans, seguidores de sus pastelerías. Es difícil cambiar de horno. Si la masa no te abandona. Hay otros mundos posibles. Pero estas maravillas están en este. Forn de Manuela ( Benidorm 12); Casa del Panquemado (Santa Catalina, 7).

La percepción de implicación con los dulces de Pascua no desciende. Cada año estas tradiciones se mantienen. Lo cierto es que a veces compramos por exigencia del guión. Pastelerías y hornos abarrotados por la multitud enardecida llamando al patriotismo dulce. Villanueva ( Don Juan de Austria, 28); Monpla ( Pizarro, 32).

Los dulces de Pascua evolucionan a través del chocolate para dar visibilidad al talento de pasteleros. Un giro conceptual que ayuda a definir la personalidad de los maestros reposteros. La Rosa de Jericó (Hernán Cortés, 14).

Los dulces que reinan en la pascua valenciana comienzan a extender su dominio. Incluso en otras regiones patrias, desde el Mediterráneo hacia el interior, llegan lentamente con la intención de destronar a las imbatibles torrijas e incombustibles rosquillas en bloque. De Madrid al cielo.

La gran derrotada, la universal torrija también tiene su papel en los hogares valencianos. En la intimidad de las cocinas. Hay tiempo para todo.

La atemporalidad de estos dulces está destinada a sobrevivir el paso de cualquier tendencia. Dulces que están llamados a ser nuestro fleco goloso por excelencia. Francisco Rausell ( Maderas, 80).

Para legitimar el dulce basta con difundir. Campo de batalla de masa y levadura... Una tarea a la que deberán dedicarse las nuevas generaciones garantes del dulce valenciano. Algunos tienen mucho que decir. Fórmulas para diferenciarse del resto. Horno Pastelería Casani (Jorge Juan, 12). Seria y firme opción. Horno Pastelería Alfonso Martínez. ( Ercilla, 7). Clásico y detallista.

Desde la atalaya del horno, entre desfiladeros de sacos de harina y azúcar observo que los pasteleros no son geniales por su técnica. Son geniales por su pasión. Sin igual. La Tahona del Abuelo (Plaza de España, 1).

Tienen sus reglas y sus raíces. Cada pastelero hace todo un cuerpo teórico y espeso operativo para esas benditas costumbres que aquí se practican desde hace siglos, con una contagiosa espontaneidad. Su éxito es el mejor estímulo para continuar. Aman lo que hacen. Forn Artesá Rafalet ( Alta del Mar, 61), Forn de German ( Mayor de Nazaret, 132).

Los dulces de Semana Santa invitan a explorar, descubrir y aprender. Variados, clásicos, siempre brillantes. Hasta el último detalle. Siempre de moda. Dan la bienvenida a la primavera. Horno Pastelería del Tossal (Plaza del Tossal, 6).

La mayoría de los gustos de los clientes tienen vinculaciones personales, nostalgia buscada, significado simbólico. Recuerdos de otras pascuas. Horno del Pilar (San Ignacio de Loyola, 25).

Las monas sacan del letargo a las pastelerías. Por las posibilidades de personalización, quizá la tendencia mas afianzada. Las propuestas de customización que ofrece el chocolate como producto tradicional muestran la versatilidad que aporta en la dosis adecuada en estas creaciones.

La entrada del chocolate en los productos no ha sido un movimiento improvisado. En los últimos años los hornos han reclutado a maestros pasteleros procedentes de las escuelas de cocina y gastronomía.

Lo mejor de estos tiempos es como no se ponen en duda verdades que se han convertido en la brújula de varias generaciones. Es preferible soñar posibilidades en vez de perseguir sueños. La pastelería tradicional forma parte de nuestro ADN.