Valencia
«El Papa prefiere arriesgarse y eso, algunas veces, desconcierta»
Entrevista a Eva Fernández, corresponsal de Cadena COPE en el Vaticano
Entrevista a Eva Fernández, corresponsal de Cadena COPE en el Vaticano
La corresponsal de la Cadena COPE en el Vaticano presentó ayer en Valencia su libro «El Papa de la ternura» (Editorial Planeta), una obra que va precedida de una carta de presentación del propio Francisco y en la que refleja vivencias del Pontífice con distintas personas «a las que ha llevado la esperanza en encuentros llenos de humanidad». Episodios que han llamado la atención de la autora mientras acompañaba al Santo Padre en sus viajes internacionales o durante sus actividades en Roma.
«El Papa de la ternura» cuenta con prólogo de Greg Burke, anterior director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y con el epílogo del fundador y director de Open Arms, Óscar Campos.
-¿Cómo es el Papa en las distancias cortas?
-Muy sincero y con una ternura que contagia. Te invita a ser un poquito mejor; te das cuenta de que te quiere. Tiene una memoria prodigiosa, se acuerda de si tus padres están enfermos o de si tu hermano ha encontrado trabajo. Ese Papa es el mismo que luego se reúne con las grandes instituciones que mueven el mundo. El mismo que se preocupa por los tuyos.
-En su libro relata encuentros que ha tenido con distintas personas (una prostituta esclava nigeriana liberada, las madres jóvenes de una cárcel de mujeres en Santiago de Chile, los refugiados rohinyás en Bangladesh o las víctimas de abusos sexuales). ¿Con qué colectivo cree que se identifica más?
-Siempre se queda conmovido con las personas que están en la cárcel. Se pregunta por qué están ellos y no él. Intenta ponerse en su lugar. En las prisiones están los grandes dolores del mundo: la soledad, el abandono, la muerte... y él trata de llevarles esperanza a los que están en ella y la han perdido.
-¿Cuál cree ha sido el momento más duro que ha vivido el Santo Padre?
-Sin duda la explosión en 2018 del escándalo de los abusos sexuales. Todo ello se desencadenó al regreso del viaje a Chile, cuando defendió a un obispo que estaba siendo cuestionado. Luego se dio cuenta de que se había equivocado, pidió perdón y rectificó. Se reunió con todo el mundo con el objetivo de que esto no volviera a suceder nunca.
-¿Y el de usted?
-¿El momento más duro? Yo diría que el más emocionante. Fue cuando presencié, en el viaje a Bangladesh, su encuentro con los refugiados rohinyás. El Papa se dio cuenta de que les había prohibido que le dirigieran la palabra; que no podían hablar con él de nada. Él se enfadó un poco porque no le gustó esa prohibición, así que fue abrazando a todos ellos. Fue un momento muy emocionante que hizo que se me saltaran las lágrimas.
-Es conocido su sentido del humor. ¿Le ha visto enfadado alguna vez?
-Enfadado no, le he visto con gesto serio, por ejemplo cuando defendió que en el Catecismo no podía estar la pena de muerte; con las muertes en el Mediterráneo o con la hambruna de Yemen o Sudán del Sur.
-¿Qué relación tiene el Papa con la prensa?
-Una relación buenísima. Al principio les reñía; no le gustaban los periodistas. Le viene de su etapa en Argentina. Pero ahora ha perdido el miedo y prefiere ser criticado por hablar de más que por hablar de menos (ríe). El Papa prefiere arriesgarse y eso, algunas veces, desconcierta. Pero no tiene nada que ocultar.
-¿Qué es lo más difícil de ser corresponsal en el Vaticano?
-Seguir a un Papa que no tiene reloj, que no para y que es muy espontáneo. No se le puede perder de vista (ríe). También es difícil que no te afecte o influya lo que llega del resto del mundo. No hay que dejar que los árboles te impidan ver el bosque, que es la verdad de la Iglesia. La clave de la ternura del Papa está en el Evangelio y todos sus gestos van encaminados a mostrarnos al Jesús que está en los Evangelios.
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