Comunitat Valenciana
La mujer asesinada llevaba ocho horas muerta cuando su pareja confesó
La Policía sospecha que el crimen se produjo porque la víctima quería romper la relación
La mujer de 60 años que murió estrangulada, presuntamente, a manos de su pareja sentimental en una pedanía rural de Orihuela (Alicante) había fallecido al menos ocho horas antes de que este llamara el lunes a primera hora de la mañana al teléfono de emergencias 112 para confesar el crimen y entregarse.
Fuentes cercanas al caso informaron de que el presunto homicida, un búlgaro de 57 años, se negó a declarar ante los agentes y tampoco hizo manifestación espontánea alguna a lo largo de la detención, que se produjo el lunes poco después de que llamara para dar cuenta del homicidio, a las 7.45 horas.
Aunque en un principio se pensó que, supuestamente, poco antes de ese momento había estrangulado a la víctima, Ivanka, de su misma nacionalidad, el examen forense ha determinado que la mujer llevaba más de ocho horas sin vida cuando se produjo la llamada al 112 a primera hora de la mañana.
Por su parte, la subdelegada del Gobierno en Alicante, Araceli Poblador, manifestó al término de una concentración de un minuto de silencio a las puertas de la institución que el posible móvil del crimen fueron los celos, aunque esto no ha sido aún confirmado. Lo que sí se ha ratificado es que la mujer falleció estrangulada, tal y como aseguró el detenido cuando telefoneó a las fuerzas de seguridad.
Los investigadores creen que la mujer tenía intención de separarse del hombre, con el que llevaba conviviendo unos veinte años, aunque no lo había hecho aún debido, entre otros motivos, a que éste no tenía trabajo ni recursos económicos y, además, padecía una enfermedad.
Aún no se ha efectuado la reconstrucción del crimen y también está pendiente que el detenido pase a disposición judicial, lo que ocurrirá previsiblemente este miércoles.
Todas las instituciones de la Comunitat Valenciana quisieron ayer mostrar su apoyo a la víctima y sus familiares, así como su más profundo rechazo a este tipo de «actitudes» que, tal y como apuntó la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, «no tienen cabida en esta sociedad».
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