Sucesos

Un agente de seguros cobraba la póliza y no los tramitaba

Los afectados se dieron cuenta al necesitar la cobertura

La Razón
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Un agente de seguros de Chiva, aprovechando la confianza personal que en él tenían muchos clientes, cobró el importe de un buen número de seguros, pero nunca cursó los mismos a Groupama, por lo que no llegaron a ser válidos.

Un agente de seguros de Chiva, aprovechando la confianza personal que en él tenían muchos clientes, cobró el importe de un buen número de seguros, pero nunca cursó los mismos a Groupama, por lo que no llegaron a ser válidos.

El acusado, que responde a las iniciales C.G.H, tenía una correduría de seguros en Chiva de la empresa La Estrella, y su mujer era agente comercial de Groupama, cuya cartera comercial era «manipulada» por su marido.

De esta forma, cuando sus clientes le pedían realizar el seguro de sus vehículos, éste cursaba todo el papeleo de forma eficiente para darle una apariencia de normalidad, incluso les daba a los titulares de las cláusulas inexistentes los recibos de la transferencia bancaria que realizaban a su oficina, o bien un recibo si el importe se lo pagaban en metálico.

Todo bien adornado con los sellos oficiales de Groupama y de la asesoría del acusado.

Incluso llegó a ordenar a sus trabajadores que no cursaran los seguros a la empresa aseguradora y que el dinero lo dejaran en la caja fuerte de la oficina.

Así, y que se sepa, el estafador llegó a asegurar hasta 16 vehículos, aunque podría haber más, y recaudó, de forma fraudulenta, casi siete mil euros.

«Hizo» el seguro de vehículos como un Renault Laguna por el que cobró 1.023 euros; un Christler, que desembolsó 804 euros; o un BMW que pagó 521 euros.

Se da el caso que llegó a asegurar un vehículo que ya estaba asegurado en la compañía La Estrella, titular de la agencia del acusado.

Al parecer, el estafador tenía confianza en que sus «clientes» nunca requerirían los servicios de la aseguradora, pero tan ingenua esperanza pronto se vio truncada el día que uno de ellos necesitó una grúa, o tuvo un accidente y se descubrió el pastel.

Todos los «clientes» estafados por C.G.H circulaban sin seguro, por lo que tendrían que haber hecho frente a la responsabilidad civil en caso de ser culpables de un accidentes. La responsabilidad civil puede alcanzar cifras desorbitadas en virtud de la gravedad del percance.

Por todo ello, el fiscal acusa a C.G.H. de un delito de estafa continuada y le reclama la pena de cuatro años de prisión más una multa de diez meses a diez euros diario.

Además, deberá indemnizar a los perjudicados con el valor de las póliza de seguros que les expidió y por las que cobró indebidamente.

Uno de los perjudicados ya ha fallecido y otros, los menos, no reclaman para no verse inmersos en el proceso judicial que se verá esta semana que empieza.