¿Y si fuera obligatorio contratar a prostitutas discapacitadas?

Una edil del PSOE en Alicante advierte de las disparatadas consecuencias de considerar la prostitución un trabajo: «Nuestros macroburdeles tendrían que contratar a trabajadoras con discapacidad»

«¿Se debe considerar un trabajo la institucionalización de la satisfacción sexual masculina?; ¿se debe considerar un trabajo la conversión de las mujeres en mercancías?; ¿se puede eliminar la impunidad de la violencia sexual en la prostitución cuando en realidad es parte constitutiva de la misma?». La edil socialista en el Ayuntamiento de Alicante Llanos Cano preguntaba a sus compañeros en el pleno celebrado esta mañana de manera retórica, sin esperar una respuesta, porque esta, como defendía la concejala, sería tan absurda como la cuestión en sí.

«Si su respuesta es sí, les animo a que valoren las siguientes consecuencias». Y en este punto pasó a enumerar algunos de los disparatados efectos, entre los cuales destacó la obligación de los clubes de alternes con más de 50 trabajadores de contratar a personas con discapacidad. «Esto parece una broma, pero es gravísimo».

Llanos Cano logró la atención que buscaba con esta distopía; las miradas incrédulas la rodearon, y no solo las de la oposición. Quiso la socialista evidenciar lo absurdo de las propuestas que persiguen hacer de la prostitución un trabajo regulado.

Lo hizo durante su intervención acerca de una moción conjunta del PSOE, Podemos y Compromís contra esta práctica y la trata de mujeres. Una actividad en la que la provincia de Alicante se sitúa en una vergonzosa tercera posición a nivel nacional en cuanto a número de burdeles.

La edil socialista expuso en defensa de su postura lo que recoge un informe de la Diócesis de Alicante del año 2018. «La prostitución no se ejerce libremente, al contrario, la explotación sexual está en clara relación con el negocio del sexo. Un negocio que requiere mantener constantemente la oferta, las prostitutas, y que existe porque hay demanda, los puteros».

Cano remató su intervención con un ultimátum: «En el siglo XXI deberíamos decir si nuestra sociedad ampara la esclativud sexual o decide abolirla».