Política

Eutanasia

Ángel Hernández: “No tengo miedo, estoy tranquilo porque ya no sufre”

El marido de María José insiste en que la ayudó “como un acto de solidaridad”.

Ángel Hernández compareció ayer para reclamar que se legisle sobre la eutanasia por las personas que están en la misma situación que estaba su mujer / Efe
Ángel Hernández compareció ayer para reclamar que se legisle sobre la eutanasia por las personas que están en la misma situación que estaba su mujer / Efelarazon

El marido de María José insiste en que la ayudó “como un acto de solidaridad”.

Después de dos días sin apenas dormir, ayer Ángel Hernández pudo descansar después de despedirse de su mujer a quien facilitó el pasado miércoles la eutanasia después de décadas sufriendo esclerosis. Detenido después de haber confesado su asistencia a su pareja, María José Carrasco, el pasado jueves fue puesto en libertad y hoy quería contar su experiencia «por lo que ha quedado y por lo que queda, la gente que está en la misma situación que mi mujer», aseguró.

Junto a su esposa, de quien dijo tenía mucho miedo «por lo que me pudiera pasar», grabó un vídeo tras otro para dejar documentado el deterioro de María José y su deseo de terminar con su sufrimiento. «Era malvivir, era terrible, terrible constantemente, con los vídeos se les dice todo, la gente sufre y eso está ahí», contó su marido, que explicó que «ella me decía ‘quiero morir». Respecto al momento de tomar la difícil decisión, Ángel detalló que fue una situación «muy peliaguda» pese a que ella llevaba pidiéndoselo mucho tiempo.

De hecho, según confirmó Olatz Alberdi, abogada de Hernández, hace 22 años él impidió el suicidio de su esposa antes de que la esclerosis le quitase el dominio de su cuerpo. Sin embargo, conforme fue deteriorándose, María José comenzó a pedir expresamente que Ángel le ayudase, por eso grabaron los vídeos, para dejar constancia de que era su petición expresa. «Estaba muy agotada, sufriendo muchísimo, las pautas de morfina ya no le servían y por eso decidimos ya hacerlo y yo también estaba ya muy dolorido», recordó su marido, que ayer por la tarde pudo por fin despedirse de su esposa, cuyos restos optó por incinerar.

Ángel Hernández explicó ayer que su intención al grabar los videos y comparecer ante los medios de comunicación era que se conociese lo que viven las personas que están en la misma situación en la que estaba su mujer. «Lo que me interesa no es que me apoyen o reconozcan qué valiente he sido o lo que hemos hechos, sino que sirva para que la eutanasia se apruebe, por el sufrimiento que estamos padeciendo muchísima gente, como mi mujer», consideró, y calificó la ayuda para que pudiera ingerir el medicamento que acabó con su vida como «un acto de solidaridad». «Ella no podía y yo he tenido que prestarle mi mano», añadió.

Es por ello que su letrada explicó ayer que en el procedimiento judicial que le espera por un supuesto delito de homicidio, pedirán que se le aplique la atenuante que contempla el artículo 143.5 del código penal respecto a este delito y que considera que «el que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados».

Alberdi fue la abogada de Hernández cuando, en 2011 la Comunidad de Madrid denegó una plaza de residencia temporal a Carrasco cuando su marido necesitaba una operación de riñón. Entonces Ángel optó por desistir el procedimiento, el pasado octubre, puesto que creía que el fallecimiento de su mujer era inminente. Al respecto, desde la Consejería de Políticas Sociales y Familia aseguraron ayer que «en ningún caso» quedó la pareja desamparada y María José «estaba siendo atendida regularmente» por los equipos de cuidados paliativos del Sermas.

Después de los últimos meses, Ángel comentó ayer que aunque está afectado, también está tranquilo, sobre todo después de la detención. «No tengo miedo, estoy tranquilo porque mi mujer ha dejado de sufrir y eso es lo importante», señaló, y añadió que «ahora tengo que psicoanalizarme porque los recuerdos que tengo son de su sufrimiento y ella me pidió que no la recordase sufriendo».