Contaminación en Madrid
Así llevé a mi bebé hasta el hospital con una matrícula par
El protocolo anticontaminación impedía ayer a Noelia utilizar su coche, por eso tuvo que pedirle a su tío, minusválido con vehículo autorizado, que la llevara a La Paz para poder atender a su madre enferma.
El protocolo anticontaminación impedía ayer a Noelia utilizar su coche, por eso tuvo que pedirle a su tío, minusválido con vehículo autorizado, que la llevara a La Paz para poder atender a su madre enferma.
«Yo no vengo aquí por gusto. Lo hago porque tenemos un familiar hospitalizado». Quien habla es José María Pino, uno de los miles de madrileños a los que la prohibición del Ayuntamiento de Madrid de circular a las matrículas pares por el centro la ciudad le obligó ayer a hacer auténticos malabares para poder llegar al hospital. Y no sólo él, seguramente quien tuvo más problemas para llegar a ver a su madre fue Noelia, su hija.
Noelia reconoce la necesidad que puede tener Madrid de reducir la contaminación, pero no a costa de complicarle aún más la vida. «Seguro que se pueden tomar otro tipo de medidas que no perjudiquen tanto a los ciudadanos», dice mientras saca del maletero de un coche con matrícula par el carrito de su bebé, al que tiene que llevar con ella.
Después de salir de su trabajo, Noelia volvió ayer a su casa en su vehículo sin jugarse ser multada, puesto que, aunque su coche es par, no tuvo que entrar en el centro. Cualquier otro día, Noelia habría recogido a su bebé y a su padre y hubiera conducido hasta el Hospital de La Paz sin más problemas que conseguir aparcar más o menos cerca de la puerta. Pero ayer era diferente. Pensó en usar el transporte público, como a veces hace su padre, pero de haber dependido de éste, no habría podido llegar a ver a su madre y volver a su casa en «horario infantil».
Por eso, Noelia decidió ayer mover Roma con Santiago para conseguir ir al hospital, estar junto a su madre y que ésta pudiera ver a su nieto. «No puedo entender cómo es posible que las restricciones afecten también a los hospitales. La gente que tiene que ir a centros sanitarios no lo hace por gusto, sino porque tiene unas necesidades muy concretas que no se pueden aplazar».
Pero el Ayuntamiento no consiguió que sus prohibiciones dejaran a Noelia en casa. Ella aparcó su coche «prohibido» en el garaje de su casa y no paró hasta conseguir uno autorizado. Tuvo suerte.
Como explicaba José María, su padre, que la acompañaba, «al final somos unos afortunados porque tenemos a mi hermano de chófer, que es minusválido y por ello a su coche no le afectan las prohibiciones aunque tiene matrícula par. Tenemos muchísima suerte –repite– porque él además puede traernos y llevarnos como ha hecho hoy». Hay que apuntar que los vehículos con movilidad reducida están exentos de cumplir con las restricciones siempre y cuando el titular de la autorización vaya en el vehículo.
«Yo vengo algunos días en transporte público aunque tenga que hacer varios transbordos, pero mi hija no puede con un bebé tan pequeño», explica José María, y aprovecha para quejarse de lo «complicado» que es acudir a los hospitales. «Aparcar en la calle es muy difícil y tienes que estar pendiente de que no te caduque la zona SER. Si no, tienes que usar un parking sí o sí y ahora con este nuevo protocolo, de un día para otro ya ni siquiera podemos venir en coche». Padre e hija coinciden en que estas medidas «claman al cielo» y por ello piden al Ayuntamiento que revise si no hay otras maneras para reducir el nivel de polución después de ver los problemas que han generado a mucha gente como ellos: «Espero que ahora se analice y se valore si esto que tanto nos perjudica es lo más adecuado».
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